sábado, 6 de enero de 2018

Totems, los espíritus protectores




TÓTEMS

LOS ESPÍRITUS PROTECTORES




Los postes tallados de ciertas tribus norteamericanas manifiestan la profunda relación entre los hombres y los animales, la antigua comunión de lo humano con la naturaleza. Son figuras de poder animista que narran historias y acontecimientos previos a la colonización, convirtiéndose así en los últimos cronistas de estas culturas nativas. Son los tótems, los espíritus protectores.  




A finales del siglo XVIII, los viajeros que regresaban a Europa tras visitar la región de los Grandes Lagos de Norteamérica, relataban que en aquellos bosques existían magníficas columnas verticales sobre las que los nativos americanos tallaban diversas figuras.

Estos postes estaban hechos a partir de un solo tronco de cedro rojo y por lo general se colocaban justo frente a los hogares de los clanes. Cada pieza era única y podía contener toda clase de figuras -incluso de seres humanos-, aunque las más comunes eran las de animales como el oso, el lobo, el águila y el cuervo. Cada efigie era labrada con sumo cuidado y para decorarla se utilizaban pigmentos naturales.

Se desconoce la antigüedad de este tipo de arte debido a que, por ser realizado en un material perecedero como es la madera, tiende a degradarse. En cambio, se sabe que su mayor apogeo ocurrió tras el contacto de estas tribus con los exploradores europeos.

Los tótems más antiguos fueron astillados y quemados tras la colonización por ser considerados manifestaciones demoníacas, contrarias a la doctrina cristiana y solo unos pocos, ninguno anterior a 1800, se conservan actualmente en museos y colecciones privadas.


                                        


Descripción

Una sola palabra, tótem, indica tanto el concepto como su representación física en postes de madera esculpidos habituales entre las tribus de la costa noroeste de Canadá y Alaska. Los indios del sur, el este y las llanuras nunca los construyeron, a pesar de que el folclore moderno se los haya asignado a todos y ahora constituyan un elemento esencial de la producción artística y turística de cualquier reserva.

Los tótems cuentan historias, conmemoran eventos, veneran a determinados espíritus y, en su parte superior, suelen estar rematados con la figura del animal totémico de la familia o tribu. Alcanzaron su máxima expresión tanto de formas como de altura en el siglo XIX relacionada con la asimilación, por parte de los indios, de las herramientas más avanzadas de los blancos. Antes de esta influencia, tos tótems se limitaban a las ‘crestas’ de las casas, a las estacas mortuorias o a las máscaras.

Los había de seis tipos: los interiores, esculpidos en el tronco que sostenía el tejado; los frontales, situados enfrente de la puerta como protección; los heráldicos, que contaban la historia de la familia; los funerales, que evocaban la vida del fallecido; tos caricaturescos, a menudo erigidos para ridiculizar a los deudores; y los dedicados a la celebración de festivales.

Sobretodo eran usadas como una especie de reliquia familiar. En ellas se contaba el origen del grupo y se honraba a los ancestros. Es la razón de que se retraten animales en estos postes: entre las tribus americanas se creía que cada pueblo descendía de algún animal en especial, del que habrían adquirido ciertas características y que ejercía como protector.


                                        


Etimología

La palabra tótem proviene de dodaem, que en lengua ojibwa (tribu asentada en el área de Wisconsin, Minnesota y Ontario) significa `pariente hermano o hermana'.

La cultura de todos estos indígenas refleja el profundo vínculo que tenían con el entorno que los rodeaba. Para ellos cualquier elemento de la naturaleza estaba animado. Muy importantes eran los animales, a los que admiraban y de los que dependían para subsistir, por lo que eran parte fundamental de sus mitos, creencias y costumbres.

Dicho de otro modo, se trataría de "la relación estrecha entre hombre y bestia en la que existen varios lazos de comunión y donde prepondera el elemento mítico", describe el filólogo mexicano Héctor Santiesteban Oliva en su libro ‘Tratado de monstruos. Ontología teratológica’. "El animal está cargado con una energía de hierofante; la bestia -algunas en particular- es poder. Su posesión evidencia poderío. Poseer el objeto poderoso, el animal poderoso, significa salvación", indica Santiesteban.

Para ciertos antropólogos, como Claude Lévi-Strauss, el totemismo alude más bien a la organización social de la comunidad más que a un proceso religioso, en donde el tótem sería una proyección de las estructuras mentales del ser humano. Pero incluso así, el tótem vendría a ser como un guía, una herencia inestimable que califica a quien lo posee y le da su “lugar” en el mundo.


                                        


Un arte ancestral

Pocas culturas a lo largo de la historia han estado tan estrechamente vinculadas e integradas en la naturaleza como los indios norteamericanos. Para ellos, todo cuanto los rodeaba estaba espiritualmente vivo, y de todo podían obtener el conocimiento o la sabiduría que les permitiera sobrevivir.

Los estudiosos de la organización tribal de esta parte de América pudieron así definir la función institucional que el tótem tenía. Puede tratarse de un animal muy común en la zona (oso, zorro, halcón, pez, bisonte o tejón) o de la principal fuente de sustento. Aunque también puede responder a otro tipo de necesidades. Siempre presente estaba la ya mencionada admiración de los seres humanos por las capacidades de los animales que consideraban superiores en algunos aspectos.

Así, por ejemplo, si el colectivo tenía interés en obtener las cualidades del oso, como fortaleza y ferocidad, lo elegían como tótem o guardián. Con el tiempo, el papel de guardián se cambiaba por el de ancestro del grupo y era utilizado como emblema. Se trata así de una relación simbólica: al sentirse identificados con él, lo adoptaban como una especie de protector, del que incluso se creía que podrían haber sido descendientes y, por lo tanto, parientes. Nos encontramos, en definitiva, ante un sistema de clasificación. De este modo, tal como los osos difieren de los lobos y de las águilas, la gente y los grupos se diferenciaban entre sí de acuerdo con su tótem, su animal divino y protector.


                                        


Esta relación totémica entre seres humanos y animales sagrados también existe en sociedades de África, Asia, Australia, Europa, Sudamérica y el Ártico, pero fue principalmente entre los nativos norteamericanos donde se desarrolló un tipo de arte como el de los postes de tótem.




Actualmente hay quienes se dedican a mantener viva la tradición de construirlos. Por lo general se trata de descendientes de nativos que aprendieron este arte de sus antepasados.  

Stan Hunt, uno de los pocos artistas nativos que mantiene viva esta tradición comenta en un reportaje para la televisión argentina: “Aprendí de mi padre, Henry Hunt. Él era maestro tallador de la cultura Kwakiutl. Yo aprendí con nuestro padre durante casi diez años, antes de su muerte, y he continuado esta tradición con mis hijos durante cerca de 35 años. Los tótems hoy en día están hechos para contar una historia. En general son conmemorativos de familiares que han fallecido, representan a cada uno de los abuelos y los símbolos de su linaje y las figuras que representan a cada uno de los tíos. Se trata de recordar y honrar a la gente que estuvo aquí antes que nosotros. En los viejos tiempos era para decir quién eras, ahora son más para dar a conocer cuánto quisiste y respetaste a tu madre y a tu padre y a tus antepasados, y para que nunca sean olvidados.”

Según el tamaño del árbol, tales obras pueden tardar años en ser completadas, incluso con las herramientas modernas, que prefieren no usar y mantenerse fieles a la tradición utilizando los métodos más antiguos. Aunque a menudo las tallas tienen un orden establecido, es habitual que no se imponga una jerarquía en el poste. Es decir, la parte inferior o superior de la columna puede ser la de mayor importancia, sin que rija un orden preestablecido. De ahí que existan tantas y variadas interpretaciones.


                                        


Totemismo* nativo americano

Los indios norteamericanos piensan que el Creador dotó a todas las cosas, animadas e inanimadas, de un espíritu. Éste atributo las hace sagradas, y por tanto, consideran que debe respetarse todo lo que existe en la Madre Tierra. No se creen superiores a las plantas o los animales, y sus leyendas establecen incluso vínculo de parentesco entre ellos. Su extensa tradición explica las relaciones entre Hombres, Animales, Plantas y la Tierra, mientras que las ceremonias y rituales, parte importantísima de ellos, sirven para afianzar el vínculo entre el mundo que habitan y el mundo de los espíritus.

Muchas de las historias cuentan que los animales son tan antiguos como la misma Tierra, y que incluso ayudaron a la creación de la raza humana y enseñaron a los hombres como vivir en unión con la naturaleza, sin perturbar los misterios de ella. Los animales son los Hermanos de los Hombres y muchas tribus reafirman ese vínculo con rituales.

Curiosamente los indios distinguen entre los animales del mundo actual y los del mundo antiguo, que podían transformarse a su voluntad en humanos y retornar de nuevo a su forma animal. Según esas leyendas, tras la era de la creación esos seres perdieron la capacidad de transformarse, convirtiéndose en los animales que conocemos hoy día.




El Tótem y el Clan

Para algunas tribus el Tótem es una descendencia directa del animal como familiar y cada uno de los clanes tiene una historia distinta sobre su animal totémico.

Los Hopi cuentan en una leyenda que cuando emergieron a la superficie de la Tierra, saldrían a cazar y cada clan tomaría el nombre de lo primero que encontrara. De este modo el Clan del Oso tiene este nombre porque su grupo encontró a este animal, mientras que el clan de la Araña lo fue al encontrar telas de araña en su primera salida al mundo.

En otras tribus la relación es más directa, ya que sus relaciones se rigen entorno a su animal totémico. Los indios de la tribu Winnebago, solían tener entre los jefes de estas el tótem del Pajaro de Trueno, mientras que los miembros del Clan del Oso mantenían el orden público, dado que los osos siempre están alertas y vigilantes. Para los Cherokee, los miembros del Clan del Pájaro actuaban como mensajeros, los del Clan del Ciervo eran rápidos corredores y los del Clan del Lobo eran guerreros.

En muchos de los rituales y en el arte de los indios nativos americanos tienen gran importancia los animales de los clanes y son reverenciados como una fuente de poder. A veces buscan su ayuda poniendo un emblema o fetiche de poder del animal en una herramienta, un arma y hasta podían llegar a dibujarlas en su cuerpo. También se les representaba en sus ropas ceremoniales, tambores, sonajas e instrumentos mágicos y su imagen de la misma forma adornaban sus tipis.


                                        


No hay que confundir el totemismo con la zoolatría, que considera a un animal como divinidad. El totemismo identifica al animal o al emblema totémico, más que con una divinidad creadora y controladora del mundo, con la potencia vital ideal y máxima del clan. El tótem es una concreción idealizada de todas las cualidades positivas que deben ser normativas del clan.

Museo de Antropología de Vancouver

Vancouver conserva como parte de su historia varios espacios donde poder admirar estos postes sagrados bien sea a través de reproducciones como las de Stanley Park y Queen Charlotte Island o con piezas originales como las que se exponen en el Museo Nacional de Antropología.

El Museo de Antropología de Vancouver, obra del arquitecto Arthur Erickson, es uno de los esfuerzos del gobierno canadiense por difundir las culturas americanas preexistentes a la llegada de los europeos a estas tierras. La exposición muestra una enorme colección de cerámicas, textiles y esculturas nativas, pero las piezas que más impresionan son sin duda los tótems del pueblo Haida. Su arte establece una identidad social casi perdida pero aquí se presentan muy vivos y todavía parecen mantener el vínculo entre este mundo y el de los ancestros y los seres sobrenaturales. A un costado se ubica una rotonda coronada por un lucernario. En el centro de este jerarquizado espacio se encuentra la escultura “El Cuervo y el Primer Hombre”, la más famosa escultura del artista haida Bill Reid.




Máscaras Haida

Máscara de transformación Haida, cuando está cerrada representa un águila o un pájaro tormentoso. Cuando está abierto, representa a la Luna. El cabello humano está unido y agrega dramatismo a la representación del ser sobrenatural. Esta máscara se transforma, de forma similar a otras máscaras de transformación, tirando de los cables que se unen a los paneles con bisagras que forman la corona. Recolectado en Haida Gwaii, probablemente en Skidegate, por Israel W. Powell en 1879. Museo de Historia de Canadá VII-B-20.

Una máscara de transformación que representa una ballena con una gaviota en la cabeza. Cuando se abre la cara de la ballena, queda expuesta la cara de un hombre humano. La cara de la ballena tiene una decoración de cejas, labios y mejillas de cobre. Coleccionado en Haida Gwaii por Israel W. Powell en 1879. Museo Canadiense de Historia VII-B-23.


                                        




Cuento de la creación del hombre:




Bibliografía y documentación:

  • Tótems (Mitos y Leyendas, Muy Interesante 2016)
  • Indios de Norteamérica (Edward S. Curtis, 1916)
  • www.leyendasmirdalirs.com
  • www.moleskinearquitectonico.blogspot.com.es


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