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viernes, 29 de diciembre de 2017

Cine Fórum | El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957)









EL SÉPTIMO SELLO

(Det sjunde inseglet) Ingmar Bergman / 1957






El séptimo sello, originalmente ''Det sjunde inseglet'', es una película sueca de género dramático-fantástico escrita y dirigida por Ingmar Bergman en 1957.

Ambientada en la Europa medieval durante la Peste negra, relata el viaje de un caballero cruzado (Max von Sydow) y de una partida de ajedrez que él juega con la Muerte (Bengt Ekerot), la cual ha venido a tomar su alma. Bergman desarrolló la trama de la película basándose en una pieza teatral suya titulada Pintura sobre tabla. El título hace referencia a un pasaje tomado del libro del Apocalipsis, que se utiliza tanto al principio como al final del filme. La película empieza con las siguientes palabras: "Y cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora". (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Ap 8, 1». Biblia versión Reina-Valera.) Aquí, la frase "silencio en el cielo" hace alusión al "silencio de Dios", el cual es el tema principal de la película.


La película es considerada un gran clásico del cine universal. Ayudó a Bergman a establecerse como un director de renombre; además, contiene escenas que se han convertido en ícono debido a que han sido parodiadas u homenajeadas a lo largo del tiempo. La revista jesuítica America atribuye a esta película el mérito de haber iniciado "una serie de siete filmes que exploraron la posibilidad de la fe en la era post-Holocausto, la era nuclear".5? Igualmente, los historiadores del cine Thomas W. Bohn y Richard L. Stromgren atribuyen a este filme haber iniciado "su círculo de películas que tratan con dilema el tema de la fe religiosa".



                                        


El cine de Bergman ya abundaba en obras maestras de la talla de Un verano con Mónica y Noche de circo antes de que dirigiese El séptimo sello, una obra que funciona como bisagra en su filmografía y que condensa en un relato ambientado en una devastada Europa medieval los que serán, durante décadas, sus grandes temas: la muerte, el amor, la angustia y la búsqueda de Dios. Bergman pronto revolucionaría el cine con Fresas salvajes y caminaría hacia películas icónicas, gigantescas: Los comulgantes, Persona, La hora del lobo, La vergüenza...






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Cine Fórum | Un hombre llamado Caballo (Elliot Silverstein, 1970)








UN HOMBRE LLAMADO CABALLO

(A man called Horse) Elliot Silverstein / 1970






Un hombre llamado Caballo (A Man Called Horse) es una película estadounidense de 1970 basada en el cuento homónimo escrito por Dorothy M. Johnson, publicado por primera vez en 1950 en la revista Collier's y después, en 1968, en el libro de la autora llamado Indian Country. La película, que fue dirigida por Elliot Silverstein y contó con Richard Harris como actor principal, en parte es en el idioma dakhota, una lengua sioux. La historia es narrada íntegramente desde el punto de vista de la tribu india.

Se cuenta una historia que quizá hoy en día ya está bastante tratada: un hombre blanco entra a formar parte de una tribu de indios. Aun así, la película se diferencia de las demás que tratan ese mismo tema por su estilo pseudo-documental que, sin llegar a serlo en exceso, sí que da un aire más natural a la historia.

El director, Elliot Silverstein, narra con efectismo a la vez naturalista y gore esta peripecia de supervivencia, honor y amistad, que rompe estereotipos con respecto a la cultura india, aunque finalmente convierta al aristócrata blanco en verdadero héroe mítico de la tribu. Para conseguir el antes mencionado estilo pseudo-documental, el director investigó durante bastante tiempo, conviviendo con indios Sioux, para intentar conseguir la máxima fidelidad a la hora de representar el estilo de vida de la tribu.

Este título fue un gran éxito comercial, porque por primera vez se «describía por dentro las costumbres de una tribu india», sin embargo es criticado por muchos activistas indios, llamándola inclusive «la película más blanca de todas». Es la interpretación más conocida de Richard Harris, que alcanzó la fama con ella y volvería a representar al personaje principal en dos secuelas.


                                        


A finales de los sesenta el western se encontraba en un punto muerto. La renovación de este género eminentemente norteamericano iniciada en Europa por directores como Sergio Leone o Sergio Corbucci había tocado techo y permanecía ensimismada atendiendo a los patrones establecidos por obras como «Por un puñado de dólares» (Per un pugno di dollari, 1964) o Django (íd., 1966). Mientras, «Grupo salvaje» (The wild bunch, 1969), de Sam Peckinpah, daba una vuelta de tuerca gracias a su inusitada violencia y a su peculiar montaje. Del mismo modo, el bueno de «Bloody Sam» ofrecería un original punto de vista con su personal y lírica «Balada de Cable Hogue» (The ballad of Cable Hogue, 1969. Sin embargo, ambas propuestas se enmarcan aún dentro de la concepción clásica y sería preciso esperar a títulos como «Sin perdón» (Unforgiven, 1992), de Clint Eastwood, o «Bailando con lobos» (Dances with wolves, 1990), de Kevin Costner, para asistir a una regeneración completa del género.

Justo en los albores de la década de los setenta, se consagró un subgénero que tiende una mirada amable a los nativos americanos y que hunde sus raíces en la década de los cincuenta con títulos como «Flecha rota» (Broken arrow, 1950), de Delmer Daves; «La puerta del diablo» (Devil’s doorway, 1950), de Anthony Mann; oCubierta «Apache» (íd., 1954), de Robert Aldrich. Cuando el movimiento hippy alcanzaba su punto de inflexión, el director Elliot Silverstein estrenó «Un hombre llamado Caballo» (A man called Horse, 1970), título imprescindible en el cine «pro indio» y que ofrece un acercamiento a los usos y costumbres de los sioux.

Puedes leer un excelente artículo sobre esta película en pinchando aquí.





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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Visitas culturales | Auschwitz. Memoria del Holocausto




VISITAS CULTURALES

AUSCHWITZ

MEMORIA DEL HOLOCAUSTO



El vídeo está bloqueado en algunos países, puedes verlo completo AQUÍ


El campo de exterminio de Auschwitz es el lugar que mejor representa el nivel de maldad que puede llegar a alcanzar la naturaleza humana. La niebla difumina la entrada a Auschwitz-Birkenau, pero no los datos: más de un millón de judíos fueron exterminados en este lugar, situado cerca de Cracovia.




Aquí Dios prevalece, deshecho en la alambrada, en el fondo de un horno, o colgado de una cuerda…”

Texto escrito en las paredes de Auschwitz


Si alguna vez el ser humano ha creado un escenario más parecido al infierno, este ha sido en Auschwitz. En las afueras de esta pequeña localidad cercana a Cracovia, el régimen nazi de Adolf Hitler estableció durante la II Guerra Mundial un campo de exterminio donde se llevaría a cabo el mayor genocidio en la historia de Europa. Judíos en su inmensa mayoría -pero también gitanos, incapacitados físicos o mentales, homosexuales, intelectuales y opositores al nazismo– fueron “reasentados” aquí y obligados a trabajar en condiciones extremas si no enviados directamente a las cámaras de gas. Se calcula que entre 1.100.000 y 1.500.000 personas entraron en Auschwitz. Al término de la guerra sólo quedaban 5.000.

Pero los horrores de Auschwitch no se produjeron de manera aislada. El campo de concentración inicial sufrió varias transformaciones y evolucionó conforme avanzaba la contienda hasta convertirse en el mayor campo de exterminio de cuantos se construyeron. A continuación viajaremos hasta Cracovia para visitar los lugares más representativos de la ocupación nazi y conocer en primera persona la historia y el horror que aquí se vivió no hace tanto tiempo.


                                        


Introducción

Cracovia es la antigua capital de Polonia y una de las ciudades más bellas de Centroeuropa por su arquitectura renacentista, barroca y gótica. Su centro histórico, la Catedral y el Castillo de Wawel o el barrio judío con su antiguo cementerio son algunos de los lugares más visitados de la ciudad. Cracovia es además uno de los destinos más interesantes a ojos de la Historia por los acontecimientos sucedidos durante la Segunda Guerra Mundial cuando el país fue ocupado por el ejército de la Alemania nazi provocando el mayor de los genocidios ocurridos en Europa.

Para que la barbarie y el holocausto sufridos no caiga jamás en el olvido la ciudad polaca conserva dos de las instalaciones memoriales que representan como ninguna otra la forma en que se llevó a cabo el exterminio de millones de judíos. El Memorial Site de Auschwitz, a unos 40 kms. de la capital, es el más importante de todos los lugares que mantienen la memoria de la Shoah en el mundo pues se trata del mayor campo de exterminio levantado por la Alemania nazi. Pero antes de trasladarse hasta el campo de Auschwitz vale la pena visitar otro de estos lugares conservados para la memoria y que mejor pueden ayudar a comprender el conflicto y el horror vivido en esta ciudad como es el Museo Histórico de la Fábrica de Oskar Schindler.


Museo Histórico de la Fábrica de Oskar Schindler





La ciudad de Cracovia quiso conservar como parte de su historia reciente este edifico que fue rehabilitado como museo. De este modo, el estado reconocía la labor humanitaria de su director, Oskar Schindler, quien ayudó a salvar del exterminio a tantas personas inocentes.

Oskar Schindler fue un empresario alemán que consiguió hacer fortuna durante la Segunda Guerra Mundial gracias a sus contactos con los altos mandos del partido nazi. Aunque en un principio su motivación era meramente económica, con el transcurso de la guerra fue consciente de la barbarie contra el pueblo judío y comenzó a ayudar a sus trabajadores evitando que fueran deportados a campos de concentración valiéndose de tratos y sobornos a su red de contactos alemanes. Gracias a sus engaños, Schindler salvó la vida de cientos de judíos que hubieran sido trasladados a los campos de Plaszow y Auschwitz esclavizados en el mejor de los casos o enviados a la cámara de gas. Esta hazaña fue llevada al cine en 1993 por el todopoderoso Steven Spielberg en ‘La lista de Schindler’, una obra maestra del séptimo arte que dio a conocer el nombre de Oskar Schindler a todo el mundo además de obtener siete premios Oscar.

                                        


Desde 2010 la fábrica de Schindler, cuyo nombre era Deutsche Emaillewaren-Fabrik, es un museo donde podemos conocer cómo era la vida en Cracovia antes y durante la ocupación nazi, y cómo se llevaba a cabo el trabajo en la fábrica, mediante reproducciones, piezas originales, vídeos documentales y fotografías de la época.

La fachada del edificio apenas ha cambiado desde su clausura y sobre el muro principal nos reciben las fotografías de los antiguos trabajadores junto a una placa conmemorativa que reza: “Oskar Schindler. Quien salva una vida salva el mundo entero” frase extraída del Talmud, el libro sagrado hebreo. El museo presenta al visitante un recorrido cronológico a través de varias exposiciones: la guerra a partir de 1939, la historia de Cracovia como centro administrativo del Gobierno General, la población judía de entonces, la resistencia polaca y la vida de Oskar Schindler entre otros documentos históricos.

Los espacios son estrechos, angostos, con largos pasadizos de luz tenue. En algunos momentos del recorrido el visitante puede verse sobrecogido por el ambiente claustrofóbico y la intensidad de la muestra que recrea detalladamente desde la antigua estación ferroviaria, el guetto de Cracovia, el despacho original de Schidler, los frentes de guerra y otros escenarios que entre débiles susurros son recorridos por un público que parece no creer lo que ven sus ojos de turista. La visita a esta fábrica nos da una visión histórica de Holocausto en primera persona que consigue hacer añicos a los más fuertes y nos obliga a una profunda y lenta reflexión sobre la naturaleza humana.


                                        


Memorial Site Auschwitz-Birkenau

Con el pensamiento puesto todavía en la fábrica de Oskar Schindler nos desplazamos 43 kilómetros al oeste de Cracovia hasta la localidad de Oswiecim, llamada Auschwitz por los alemanes. En este lugar, con una extensión de 40 kilómetros cuadrados, se estableció el mayor campo de exterminio llevado a cabo por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y más de un millón de judíos y personas ‘no aptas’ para el régimen invasor fueron asesinados. Estamos por lo tanto ante un escenario incómodo, de lectura compleja y muy difícil de asimilar.


                                        


En un comienzo, Auschwitz fue concebido como una prisión de tránsito en la que mantener a los prisioneros antes de enviarlos a otros campos. Sin embargo, no tardó en funcionar como un campo de concentración similar a los demás construidos en otros lugares del III Reich. Este recinto fue el punto de partida y centro administrativo de todo el complejo. Aunque inicialmente fue utilizado para internar a miembros de la resistencia e intelectuales polacos, no tardaron en llegar prisioneros de guerra soviéticos, criminales alemanes, homosexuales y demás “antisociales”, hasta que los prisioneros judíos predominaron sobre todos los demás. El campo albergaba generalmente entre 13.000 y 16.000 prisioneros, cifra que llegó a 20.000 en 1942.

Entrada e instalaciones

La visita a las instalaciones comienza en primer sector del campo llamado ‘Auschwitz I’. En esta primera fase se encuentran los barracones de reclusión de presos y las dependencias oficiales de gestión y organización del campo. A la entrada, puede leerse la irónica frase con la que los nazis recibían a los presos de Auschwitz: ‘Arbeit Macht Frei’, el trabajo os hará libres.


                                       


Bloque principal

El bloque principal del campo alberga la exposición histórica del recinto, sin duda la parte más catártica del recorrido. Las fotografías de cientos de reclusos, mapas y recreaciones en miniatura del lugar aportan rostros, fechas y datos que necesitamos para hacer frente a las salas que se muestran a continuación. Es una parte de la visita donde se advierte de la crudeza del contenido y se requiere del máximo respeto porque se trata de una serie de estancias que representan la prueba real y tangible del holocausto.

Por un momento, la muestra se convierte en una galería del horror donde podemos ver montañas de objetos requisadas a los reclusos como maletas, anteojos, prótesis médicas y hasta pelo humano exhibido tras un cristal. Un momento de impacto difícil de olvidar en la vida.




Bloque 11

El recorrido continúa a través del campo hasta detenerse en el Bloque 11, idéntico a todos los demás, pero en cuyo interior se gestó desde un comienzo el mayor horror de Auschwitz. Era el lugar más temido por los prisioneros, por encima de las balas, las sogas o el gas. Aquí es donde tenían lugar los martirios más agónicos y enloquecedores porque en estas habitaciones se aplicaban castigos, torturas y encierros. Había celdas en las que no había espacio ni para sentarse si quiera y otras en las que se colgaba a los presos o se les dejaba morir de inanición.

Los condenados a morir fusilados también pasaban en la planta baja del bloque 11 sus últimos minutos de vida. En el patio contiguo se alineaban frente al Muro de la Muerte forrado con caucho para atenuar el ruido de los disparos y eran fusilados para posteriormente ser llevados a los crematorios. El este lugar se acumulan anualmente ramos de flores depositados por familiares y sobrevivientes de esta matanza.


                                        


Primeros experimentos

Los primeros experimentos hacia la Solución Final, el total exterminio de la raza judía, comenzaron también en este bloque cuando en Septiembre de 1941 el capitán de las SS Karl Fritz llevó a cabo en sus sótanos el primer ensayo de asesinato masivo con Zyklon B –ácido prúsico-, un pesticida utilizado para desinfectar la ropa y evitar los brotes de tifus.

Tuvo lugar dos meses antes de los primeros gaseamientos con monóxido de carbono en Chelmno y medio año antes de que empezara a funcionar el campo de exterminio de Bélzec. 600 prisioneros soviéticos y 250 prisioneros políticos polacos fueron encerrados y gaseados con ésta sustancia. Ocurrió lo esperado, aunque después hubo que ventilar el edificio durante dos días, por lo que no tardó en habilitarse más tarde la morgue del crematorio para que hiciera las veces de cámara de gas. Se instalaron puertas herméticas y se perforó el techo para permitir la entrada del veneno.


                                        


Bloque 10

Lejos de reducir la carga dramática de la visita nos adentramos en el Bloque 10 del área I de Auschwitz, el bloque reservado a los experimentos pseudocientíficos llevados a cabo por el médico oficial de las SS, el Doctor Josef Mengele, apodado el ángel de la muerte.

Hasta su llegada al campo a principios de 1943 las órdenes eran ejecutar a todas las embarazadas. Sin embargo, no tardó en utilizar a los bebés para realizar macabros experimentos con ellos, como por ejemplo estudiar sus fallecimientos por inanición. Aunque lo que realmente le interesaba al refinado Dr. Mengele era el estudio de los gemelos y los mellizos. Tanto que decidió reunirlos a todos en un barracón especial.

Algunos de sus experimentos financiados por el gobierno nazi fueron: el intento de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños (que inevitablemente derivaban en ceguera) o el intento de crear siameses artificialmente (que provocaba una grave infección a las víctimas), así como amputaciones diversas, inyecciones subcutáneas de todo tipo de sustancias, provocación de hipotermia, castraciones, secciones de la médula espinal y otras salvajes intervenciones.


                                        


Piscina

Detrás de este bloque nos encontramos con la construcción más controvertida del recinto en la actualidad: la piscina de Auschwitz. Frente a ella un letrero explica que se trata de una “Reserva hídrica de la brigada de bomberos construido en forma de piscina, probablemente a principios de 1944”. La realidad es que no fue solo un depósito hídrico, sino también aquello que parece que es: una piscina. Con sus trampolines y todo. Del mismo modo que los kapos u otros presos con privilegios pudieron disfrutar en algunas ocasiones de placeres como alimentos en abundancia o prostitutas (en su mayoría prisioneras esclavizadas), también tuvieron la oportunidad de realizar actividades de entretenimiento, como bañarse en esta piscina muchos domingos y festivos.

Sin embargo, la vida de la mayoría de prisioneros, suponía un auténtico infierno de carencia de alimentos y trabajos forzados en condiciones climatológicas adversas. Éstos desembocaban en la mayor de las fatigas, incontables infecciones y enfermedades como el escorbuto o la disentería y todo tipo de traumas. Además, a todo eso hay que sumar el maltrato físico y psicológico al que los guardias y kapos sometían a los prisioneros, junto al temor permanente de que cada minuto podía ser el último.

Crematorios I

La única cámara de gas que se conserva en pie está en Auschwitz I y junto a ella se reconstruyeron dos de los hornos crematorios a partir de piezas originales. El edificio se encuentra fuera del campo principal frente al patíbulo en el que fue ejecutado en 1947 Rudolf Höss. Se puede reconocer por la alargada chimenea de ladrillo que se levanta sobre la alambrada.

Los visitantes accedemos al interior y son pocas las explicaciones que recibimos del guía, porque el espacio habla por sí solo. Son dos estrechas habitaciones con fines bien delimitados, una para el gas y otra contigua con los hornos crematorios. Ninguna pregunta y fin de la primera parte de la visita.


                                        


Campo de exterminio de Auschwitz II – Birkenau

Desde la apertura de Auschwitz I, las detenciones de judíos no pararon de aumentar por lo que, apenas un año después, se ordenó la construcción de un nuevo campo de concentración en el que ubicar a los nuevos presos. Sería conocido como Birkenau, estaría ubicado a tres kilómetros campo principal y en él se llevaría a cabo la Solución Final en su máxima expresión. A diferencia del primer campo, este nuevo recinto contaría con 250 barracones de madera y piedra y sería mucho más extenso: en 1943 llegó a albergar más de 100.000 presos. Teniendo en cuenta que la mayoría de presos que llegaban al campo iban directamente a las cámaras de gas, nos podemos hacer una idea de la magnitud de Birkenau.




Por otro lado, se crearon incontables campos de trabajo vinculados con Auschwitz. El más grande de todos ellos se llamó Auschwitz III (Monowitz) e inició sus operaciones en mayo de 1942. Este campo se asoció principalmente con el grupo empresarial IG Farben y fue destinado a la producción de combustibles líquidos y goma sintética. En la actualidad, cinco empresas pertenecientes a IG Farben continúan existiendo: AGFA, Bayer, BASF, Hoechst y Pelikan. De hecho, heredaron todas sus propiedades, pero no sus responsabilidades penales.

El campo de exterminio de Birkenau fue diseñado de forma que las vías del tren entraban hasta dentro del propio recinto. De este modo se camuflaban los convoyes de prisioneros y se evitaban las largas caminatas como sucedía en otros campos nazis, por lo que se les podía eliminar con mayor rapidez y eficacia. Dichos convoyes de la Ostbahn alemana tenían una media de cincuenta vagones de carga, por lo que cada uno podía hacinar hasta 2500 personas. Esto quiere decir que, sin contar a todos los prisioneros que no perecieron en Auschwitz, llegaron más de 500 trenes cargados de condenados a muerte.


                                        


Vagones de la muerte

Los convoyes de la muerte estaban formados por vagones de madera destinados al ganado. Allí viajaban durante días decenas de presos apretados los unos contra las otros y sin espacio para poder moverse, sin agua que beber, ni más alimento que el que pudieran llevar encima. Además, se veían obligados a convivir con la orina y heces de todos los prisioneros, junto con los cadáveres de quienes fallecían incluso antes de llegar al campo de exterminio.

Barracones

Cuando los presos no eran directamente llevados a las cámaras de gas se les conducía a los barracones del área oeste para realzar trabajos forzosos y de gestión del campo. Estas instalaciones eran también una forma de exterminio. Los reclusos podían llegar a estar meses hacinados en unas condiciones infrahumanas, sin agua corriente ni revestimiento para suelos, al amparo de las enfermedades y temperaturas que alcanzaban los -20 grados en los meses de invierno.

Un estudio realizado en la década de los noventa basado en los planos originales alemanes reveló que desde el primer momento de su concepción el campo se diseñó para alojar a sus prisioneros en unas condiciones atroces. En un campo de concentración de Alemania es espacio total para tres presos era así pero para el nuevo campo de Auschwitz se pensó desde el principio en meter a nueve prisioneros en el mismo espacio, 550 en cada barracón y aun triplicando su capacidad llegaron a encerrar a 750 presos en algunos momentos.


                                        


Cámaras de gas

En un extremo del barrizal que era Birkenau se construyeron cuatro cámaras de gas, con sus respectivos crematorios, más grandes y modernizadas que la de Auschwitz I. Se trataban de recintos subterráneos camuflados como duchas colectivas y en las que cabían de 1000 a 2500 personas. Miembros de las SS y personal del Sonderkommandos –unidades de presos apartadas del resto que eran obligados a trabajar en los crematorios- se encargaban de conducir a las víctimas mediante el engaño al vestuario. Para evitar el pánico, se les informaba que recibirían allí una ducha y un tratamiento desinfectante. Una vez sellada la entrada, se descargaba el agente tóxico Zyklon B por las aperturas en el techo hasta que después de 20 minutos de agónicos espasmos y convulsiones, todas las víctimas morían por asfixia. Acto seguido los Sonderkommandos se encargaban de trasladar los cuerpos a la planta superior en la que estaban situados los crematorios. Antes de quemarlos les cortaban el pelo, arrancaban los dientes de oro y examinaban todos los orificios corporales en busca de diminutos objetos valiosos. Antes de abandonar el campo, los nazis volaron las cámaras y crematorios de Birkenau y solo se conservan sus ruinas.


                                        


Canadá

Todo el material que era usurpado a los presos era trasladado al área del campo conocida como ‘Canadá’, denominada así debido a la fama de opulencia del país norteamericano. La red de campos de concentración tuvo un inmenso coste económico pero fue compensado gracias al generalizado saqueo de bienes, negocios y propiedades judías a lo largo y ancho de Europa. Esta avaricia explica por qué el Canadá era una sección tan imprescindible del Auschwitz y por qué en ella se concentraba la mayor corrupción entre el personal del campo.

La mayoría del personal seleccionado para trabajar en el Canadá era femenino y su función era básicamente de clasificación. Cientos de presas apilaban montañas de ropa, gafas, cepillos, zapatos, vajillas… y en especial objetos valiosos, como las joyas o el dinero.

El pelo era enviado a fabricantes como la marca de componentes para coche Schaeffler y los dientes y otros objetos de oro se fundían en la Casa de la Moneda para hacer lingotes destinados al Reichbank. Cada tren que entraba en Auschwitz lleno de judíos, salía de allí en dirección a Alemania repleto de sus posesiones arrebatadas. Todavía en la década de los ochenta muchos de estos objetos podían encontrarse en tiendas de antigüedades de Berlín.


                                        


Crematorios II

Mientras esto ocurrió, los crematorios no dejaron de funcionar. Teóricamente y según los informes de las SS, en cada uno de ellos podían ser quemados a diario de 4000 a 5000 cadáveres. Sin embargo, dicho cálculo estaba exento del tiempo necesario para el mantenimiento y limpieza de los hornos, aunque cuando se sobrepasaba la capacidad de los crematorios, los cadáveres eran quemados en gigantescas hogueras hechas en fosas al aire libre.

El final de la pesadilla

El 18 de enero de 1944 los últimos guardias de las Schutzstaffel abandonaron Auschwitz dejando tras de sí el mayor genocidio de la historia: aproximadamente un millón trescientos mil muertos. Nueve días después, las tropas soviéticas llegaron al campo de exterminio. Allí encontraron a unos pocos miles de prisioneros enfermos que no fueron asesinados u obligados a formar parte de las marchas de la muerte.

En marzo de 1946 los británicos detuvieron al principal responsable de las operaciones del campo: Rudolf Höss, acusado en los Juicios de Nuremberg y condenado a muerte en Polonia. Fue ahorcado en abril de 1947 en el patíbulo de Auschwitz, a escasos metros de la casa en la que vivió mientras fue comandante del campo hasta el verano de 1943. Los Juicios de Auschwitz tuvieron lugar en Cracovia y Frankfurt y en ellos se juzgaron a varias decenas de oficiales y soldados de las SS. Varios fueron condenados a muerte y los demás a largas penas de prisión. Sin embargo, de los más de 6500 miembros de las SS que sirvieron en Auschwitz, tan sólo 750 sufrieron algún tipo de condena.


                                                                                

El viaje por la historia reciente de Polonia no ha sido fácil y visitar Auschwitz supone exponerse a una experiencia catártica que no todo el mundo es capaz de asimilar pero que a mi entender, todo ser humano debería someterse. El gueto de Cracovia, las pruebas exhibidas del holocausto, los experimentos del Dr. Mengele, las cámaras de gas y los crematorios… son la prueba tangible de hasta donde pueden llegar los límites del odio y la demencia humanas. Ha pasado ya más de media centuria desde el genocidio nazi y las sociedades demócratas de Occidente representan a día de hoy el triunfo de todos los ciudadanos libres contra el fascismo, las dictaduras y los regímenes opresores. Pero no debemos bajar la guardia, el Holocausto no pasó hace tanto. Ni tan lejos.



Fotografía tomada en el campo de Birkenau en noviembre de 2012



FOLLETO INFORMATIVO DEL CAMPO:


                    



EXPOSICIÓN





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