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lunes, 30 de noviembre de 2015

Visitas culturales | Excavación arqueológica del enclave fenicio Cabezo del Estaño


VISITAS CULTURALES


EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL ENCLAVE FENICIO
CABEZO DEL ESTAÑO

Guardamar del Segura (Alicante)





El Cabezo del Estaño es un pequeño núcleo amurallado de origen fenicio, situado sobre el margen derecho del río Segura, a unos 2 kilómetros al oeste del casco urbano de Guardamar. Pese a su parcial destrucción por una cantera, el sistema defensivo del poblado está formado por una potente y singular muralla con bastiones en saliente y estructura interior de “casamatas”, de tipología constructiva oriental. En el interior del núcleo amurallado, se documentan viviendas angulares compartimentadas, donde se desarrollaron actividades de carácter doméstico y artesanal, destacando la actividad metalúrgica.

En cuanto a la cultura material, desde su inicio conviven en el yacimiento los productos torneados coloniales fenicios: ánforas y platos de barniz rojo, cerámicas grises y polícromas, como las urnas “cruz del negro”etc., junto a las cerámicas toscas y bruñidas hechas a mano, que definen el horizonte cultural del Bronce Final Reciente del mundo indígena.


Documentación:

- Museo Arqueológico de Guardamar



IMÁGENES:



      



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domingo, 22 de noviembre de 2015

Relatos | Un viaje en diligencia hacia paisajes imposibles (Eugénio Trías, Lo bello y lo siniestro)



UN VIAJE EN DILIGENCIA HACIA PAISAJES IMPOSIBLES




Lluvia, vapor y velocidad. William Turner. 1844. National Gallery.
Londres. Inglaterra



 A principios del siglo pasado, cierta tarde, una distinguida dama de mediana edad atravesaba en diligencia una zona especialmente boscosa e inhabitada de Gran Bretaña. Tras la cortina de la ventanilla podía verse un cielo sobrecargado de nubes amenazadoras. Frente a ella, un vejete estrafalario, vestido como un pordiosero, mal afeitado, no perdía ocasión en examinar los leves cambios de luz y atmósfera del paisaje. De pronto sucedió lo que se presentía y temía, un aguacero, un chaparrón, truenos, relámpagos, al tiempo que la luz se oscurecía y la diligencia zarandeaba a sus huéspedes, que se cuidaron de ajustar las ventanillas y las cortinas para no sufrir las intemperancias del viento huracanado y de la lluvia. Y he aquí que el viejo huésped que compartía con la dama distinguida, frente a frente, el mismo camarote, pidiendo disculpas por adelantado, levantose, abrió su ventanilla, sacó la cabeza, el cuello y medio tronco a la intemperie, permaneciendo estático y rígido en esa difícil posición, medio cuerpo fuera, desafiando el balanceo del vehículo y las inclemencias del temporal. Con estupor apenas disimulado, la vieja no alcanzaba a comprender qué hiciera el buen viejo medio loco tanto tiempo en esa extraña posición. Una hora aproximadamente estuvo el viejo en ésas hasta que salió de su pasmada contemplación y, chorreando por todas partes, volvió a tomar asiento, excusándose de nuevo por tan inaudito proceder. Al fin la tímida mujer se decidió a preguntarle qué era lo que tan afanosamente buscaba o simplemente miraba. Y el viejo le contestó que «había visto cosas maravillosas y nunca vistas». Picada de la curiosidad la dama entreabrió la ventanilla, asomó la cabeza, hasta que, perdiendo toda resistencia, se asomó con generosidad. El viejo le había sugerido: «debe, eso sí, mantener muy abiertos los ojos». Repitió la hazaña del viejo estrafalario y a fe que fueron paisajes imposibles los que se cruzaron por sus ojos bien abiertos.

 Años después la misma dama, que residía habitualmente en Londres y poseía amistades aficionadas a la pintura, decidió complacer su propia curiosidad ante una exposición de un pintor discutidísimo y tenido por estrafalario, llamado Turner, quien, al decir de sus adversarios, pintaba lo que ningún ojo humano había visto (ni el suyo propio, por supuesto). Mientras merodeaba por la exposición y antes de reparar en los lienzos, de los que se le cruzaban ciertas manchas amarillas y verdosas, se entretuvo en oír los comentarios de entendidos que aseguraban no existir en ningún lugar del planeta Tierra imágenes como las que ese loco pintor de lo fantástico pretendía hacer valer. Eran tan desaprobadoras las opiniones, daban lugar esos cuadros, a lo que podía ver, a tales señales de burla, de desprecio o de franca irrisión, que nuestra dama, movida acaso por la piedad, decidió al fin detenerse a contemplar una de las composiciones, la que más cerca de ella estaba. Y he aquí que, con sorpresa imposible de disimular, vio justamente aquello mismo que había visto años atrás a través de la ventanilla de la diligencia. Entonces comprendió quién era ese viejo loco y pordiosero que había tenido delante suyo. Y presa de voluntad restitutiva empezó a gritar, congregando en torno suyo a todo el público de la exposición: «¡Pero si yo lo vi, vi todo esto con mis propios ojos!».


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¿Será preciso recordar que todavía a mediados del siglo XVIII lamentaba un viajero «condenado» a atravesar la cordillera alpina por razones de negocio «esas formas caóticas carentes de gracia y de belleza, ese compendio de horrores y fealdades que son los Alpes con sus repugnantes extensiones nevadas, malformaciones irregulares y glaciares»? Por supuesto, el viajero cerraba la ventanilla y la cortina para no ver tales espantos.

Bastarán estas anécdotas para mostrar el cambio que se opera en la piel sensible del hombre occidental en el crepúsculo del siglo XVIII. La reflexión kantiana sobre el sentimiento de lo sublime será, en este sentido, la más sólida sustentación del nuevo sentimiento de la naturaleza y del paisaje que se produce en ese siglo de las luces enamorado secretamente de las sombras.




Extracto de libro de Eugénio Trías, "Lo bello y lo siniestro", Editorial Ariel, 1982




DOCUMENTOS RELACIONADOS:







Trías, Eugenio, Lo bello y lo siniestro, Ed. Ariel, 1982





Trías, Eugenio, Lo bello y lo siniestro, Ed. Ariel, 1982







Lo bello y lo siniestro, publicado en 1982, obtuvo el Premio Nacional de Ensayo correspondiente a 1983. En esta octava edición el autor añade un nuevo prólogo, veinte años después de haberlo escrito. El libro se centra en las categorías estéticas de lo bello, lo sublime y lo siniestro; y se apoya en la recreación d e obras de arte diversas, especialmente en dos composiciones de Botticelli, y en la célebre película Vértigo de Alfred Hitchcock, que su autor volvería a visitar en su libro Vértigo y pasión.








sábado, 21 de noviembre de 2015

Ramos Folqués, Alejandro, La Dama de Elche, Ed. Peñíscola, 1965




Ramos Folqués, Alejandro, La Dama de Elche, Ed. Peñíscola, 1965

















Angulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, Tomo II, Eisa, 1971




Angulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, Tomo II, Eisa, 1971














Angulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, Tomo I, Eisa, 1971




Angulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, Tomo I, Eisa, 1971
















Eco, Umberto, Historia de la fealdad, 2007




Eco, Umberto, Historia de la fealdad, 2007






Tras la Historia de la belleza, he aquí la Historia de la fealdad. En apariencia, belleza y fealdad son conceptos quese implican mutuamente, y por lo general se considera que la fealdad es la antítesis de la belleza, hasta el punto de que bastaría definir la primera para saber qué es la segunda. No obstante, las distintas m anifestaciones de la fealdad a través de los siglos son más ricas e imprevisibles de lo que comúnmentese cree. Tanto los fragmentos antológicos como las extraordinarias ilustraciones de este libro nos llevan, pues, a recorrer un itinerario sorprendente hecho de pesadillas, terrores y amores de casi tres mil años, donde los sentimientos de repulsa y de conmovedoracompasión se dan la mano, y el rechazo de la deformidad va acompañado de éxtasis decadentes ante las más seductoras violaciones de todos los cánones clásicos. Entre demonios, locos, enemigos terribles y presencias perturbadoras, entre abismos repulsivos y deformidades que rozan lo sublime, navegando entre freaks y fantasmas, se descubre una vena iconográfica extraordinariamente amplia y a menudo insospechada. Así que,tras haber contemplado a lo largo de estas páginas la fealdad natural, la fealdad espiritual, la asimetría, la falta de armonía y la deformidad, en un sucederse de lo mezquino, débil, vil, banal, casual, arbitrario, tosco, repugnante, desmañado, horrendo, insulso, vomitivo, criminal, espectral, hechicero, satánico, repelente, asqueroso, desagradable, grotesco, abominable, odioso, indecente, inmundo, sucio, obsceno, espantoso, abyecto, monstruoso, horripilante, vicioso, terrible, terrorífico, tremendo, repelente, repulsivo, desagradable, nauseabundo, fétido, innoble, desgraciado, lamentable e indecente, el primer editor extranjero que vio esta obra exclamó: «¡Qué hermosa es la fealdad!»























Eco, Umberto, Historia de la belleza, 2004




Eco, Umberto, Historia de la belleza, 2004






Umberto Eco nos comenta la Historia de la Belleza, en un libro pr ofusamente ilustrado.«En realidad no hay belleza más auténtica que la sabiduría que encontramos y apreciamos en ciertas personas. Prescindiendo de su rostro, que puede ser poco agraciado, y haciendo caso omiso de la apariencia, buscamos su belleza interior.» Plotino «La belleza del mundo es todo lo que se manifiesta en sus elementos particulares, como las estrellas en el cielo, los pájaros en el aire, los peces en el agua y los hombres sobre la tierra.» Guillermo de Conches «Una razón evidente de que muchos no tengan un sentimiento apropiado de la belleza es la falta de esa delicadeza de la imaginación necesaria para ser sensible alas emociones más sutiles. Cada cual pretende tener esa delicadeza, habla de ella y quisiera regular a partir de ella todo gusto o sentimiento.» David Hume «La muerte y la belleza son dos cosas profundas que tienen tanto de azul como de negro y parecen dos hermanas, terribles y fecundas, con un mismo enigma y similar misterio.» Victor Hugo «La belleza es verdad, la verdad es belleza»: eso es cuanto sabemos -y debemos saber- sobre la tierra.» John Keats «Lo bello es siempre extravagante. No quiero decir que sea voluntaria, fríamente extravagante, porque en tal caso sería un monstruoque desborda los raíles de la vida. Digo que tiene siempre un punto de sorpresa que lo convierte en algo especial.» Charles Baudelaire







Vasari, Giorgio, Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, 1550




Vasari, Giorgio, Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, 1550







Introducción a la teoría y las técnicas artísticas y relato de las biografías de pintores, arquitectos y escultores italianos del Renacimiento, escrito por otro artista, Giorgio Vasari, en 1550. La edición incluye una serie de notas para la mejor comprensión de conceptos artísticos, de las obras de arte y de los artistas de los que habla Vasari.








Gombrich, E.H., La historia del arte, Ed. Debate 1997




Gombrich, E.H., La historia del arte, Ed. Debate, 1997






La historia del arte es uno de los libros dedicados al arte más famosos y populares nunca escritos y ha sido un best-seller durante medio siglo. Durante cinco décadas no ha tenido ningún rival como introducción al arte en su totalidad, abarcando desde las pinturas rupestres primitivas hasta el arte experimental contemporáne o. Atraídos por la claridad y simplicidad de su narrativa, lectores de todas las edades y condiciones han encontrado en el profesor Gombrich al auténtico maestro, que combina el conocimiento y sabiduría con un don único para comunicar su profundo amor por el arte. La historia del arte debe su amplia difusión a lo directo y espontáneo de su estilo, así como a la clara exposición del autor. Este libro siempre ha sido admirado por dos cualidades: es un placer de leer y un placer de manejar, combina un texto que fluye suavemente con un diseño claro, simple y de accesible formato. En su nueva edición, la 16ª de este clásico, está destinada a seguir siendo punto de referencia indispensable para las nuevas generaciones, así como la primera fuente de información para los recién llegados al mundo del arte. Ernst Gombrich nació en Viena y se trasladó a Gran Bretaña en 1936. Pasó gran parte de su vida trabajando en el instituto Warburg de la Universidad de Londres, donde fue director desde 1959 hasta su retiro en 1976. Su “jubilación” vio la publicación de numerosos libros, artículos y ensayos y la concesión de numerosos honores internacionales, incluidos el título de Sir y la Orden del Mérito. En 1994 la ciudad de Frankfurt le concedió el premio Goethe. Su best seller The Story of Art, publicada por primera vez hace 50 años, continua deleitando e informando a los estudiantes del mundo entero.







miércoles, 18 de noviembre de 2015

Iconografía | El Dragón






Iconografía

EL DRAGÓN






Fabulosos y fantasmagóricos, aterradores o benéficos, los dragones ocupan un lugar de privilegio en el imaginario colectivo de las más diversas civilizaciones.


El dragón es un animal mitológico que aparece a lo largo de la historia en diversas culturas, se caracteriza por su aspecto de gran reptil amenazante y su morfología y significado varía según el momento histórico y el área cultural al que pertenece.

Las leyendas europeas nos hablan de él como una bestia devoradora de hombres, pero también los encontramos en oriente donde es sinónimo de abundancia y buenos augurios. Su imagen se asocia también a grandes reptiles y serpientes marinas y es descrita en muchos pasajes de las mitologías nórdica, azteca, mesopotámica, egipcia e incluso en la Biblia.

En Occidente, la figura simbólica del dragón responde a un arquetipo cuyo origen hay que buscarlo en el miedo imaginativo de las antiguas civilizaciones por lo desconocido. Los bestiarios lo presentan como un ser maléfico al que debe vencerse para recuperar un tesoro, liberar a una doncella o recobrar la paz perdida por su insaciable voracidad.




La hagiografía cristiana lo menciona con frecuencia, describiendo su terrible aspecto y contando historias de matadores de dragones como la del mártir San Jorge, cuya leyenda es de las más representadas en la Historia del Arte. Éste oficial de la legión romana consiguió salvar a la hija de un rey dando muerte a un dragón, cuya voracidad debía saciarse con dos ovejas diarias y con dos jóvenes doncellas. Otras representaciones comunes en la iconografía cristiana son las de San Miguel, príncipe de los Ángeles, venciendo a Lucifer encarnado en un dragón, o las de Santa Marta de Betania o Santa Margarita de Antioquía. En efecto, en el cristianismo la figura del dragón personifica al diablo. De ahí que a los santos tentados por el demonio, como san Alberto de Sicilia, se los represente con el animal encadenado del cuello o pisoteado como símbolo de victoria sobre Satán.

También la mitología greco-romana cuenta con estos ejecutores como Perseo, Jasón o Heracles quien combatió con la Hidra de Lerna, devastadora de cosechas y ganados, cortándole las doce cabezas.

Rafael, Durero, Rubens, Van Dyck… muchos han sido los artistas que se han servido de este animal para ilustrar sus pinturas y relieves como vehículo de una única y moralizante idea desarrollada a lo largo de tiempo. Y es que  todas estas leyendas y episodios míticos no son más que la evolución de un mismo mensaje del que el ser humano ha de sacar una moraleja reconfortante: el héroe, con unas armas comunes a cualquier mortal, es capaz de aniquilar a la bestia en alusión a que con la inteligencia y la razón el hombre es capaz de dominar a la naturaleza indómita.



                                        


Muy al contrario a la iconografía occidental, la figura del dragón en Oriente tiene connotaciones claramente positivas. Es símbolo de buena suerte, de fecundidad y regeneración cósmica, así como de abundancia de lluvia e incluso, para algunos imperios de la antigüedad, era la representación divina del emperador.

El paso de estos grandes saurios por España está plagado de buenas historias y en muchas iglesias podemos ver aún, como una atracción extravagante, cuerpos disecados de cocodrilos que antaño atemorizaron poblaciones enteras y que dieron origen a multitud de leyendas.

En el campo de la heráldica son numerosos los dragones que campean en escudos y cascos medievales, como el formidable dragón que lucía en su yelmo el monarca de la Corona de Aragón, Jaime I el Conquistador, y que actualmente forma también parte del emblema de la Generalitat Valenciana.



                                        


Desconocemos el origen de su leyenda y seguimos sin conocer su significado para algunas culturas,  lo que sí sabemos es que bien sea por el hallazgo de huesos prehistóricos en la antigüedad, bien por la exportación de especies exóticas traídas nuevos mundos, la figura del dragón ha acompañado al hombre desde el mismo nacimiento de las primeras civilizaciones, ayudándole con su metáfora y su significado a convertirse en el ser racional que hoy es capaz de sobreponerse a las dificultades con la inteligencia y la razón.




Bibliografía y documentación:

  • Descubrir el Arte Año III Nº 25 Marzo 2001
  • Guía del prado, La. 2009
  • Dragones, una leyenda hecha realidad. Justin Hardy. 2004
  • La guerra contra el dragón. Fuego y furia. Documenta2. TVE. 2015
  • Vida animal: Las crónicas del Dragón. National Geographic. 2008
  • Cuarto Milenio
  • Wikipedia





OBRAS COMENTADAS:



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martes, 17 de noviembre de 2015

Glosario | Mocárabe





Glosario

Mocárabe




El mocárabe es un elemento arquitectónico decorativo propio del arte islámico. Proviene de la palabra árabe muqarbas (‏مقرنص) que significa ‘adorno’ y su función es la de embellecer superficies arquitectónicas pobres a partir de formas geométricas.

Tiene su origen en las pechinas persas del imperio sasánida (s.III), pero fueron los arquitectos y artesanos almorávides los inventores de estas estructuras. Se compone de formas tridimensionales de ocho tipos de prismas que son capaces de encajar entre sí a la perfección y repetir las veces que sea necesaria.

Los primeros mocárabes creados en Oriente fueron esculpidos directamente en frisos de piedra o mármol, sin embargo, los producidos en Al-Andalus, de materiales mucho más humildes, son de madera o yeso policromados. Además, su función evoluciona para embellecer también arcos y cúpulas.

No fue introducido en España hasta la llegada de los almohades, por lo que no lo encontramos en construcciones anteriores al siglo XII. Así, podemos encontrar bellísimos ejemplos en el La Alhambra de Granada, en el Alcázar de Sevilla y en el arte mudéjar y neomudéjar.

La multiplicidad de sus caras y su desarrollo en formas cóncavas hace que la luz y las sombras incida en ellas de forma distinta a lo largo del día. De esta manera, los artistas musulmanes crearon una verdadera obra de deleite visual propia del ideal islámico que busca la belleza en la abstracción de la naturaleza, en las leyes matemáticas, que lo rigen todo, en la inescrutable obra de su único Dios Creador.





Bibliografía:

  • Fatas, Guiller y M. Borrás, Gonzalo (1973). Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología y numismática. Zaragoza (España). Anatole. P. 167.  ISBN 84 – 7012-005-0
  • Lajo Pérez, Rosina (1990). Léxico de arte. Madrid - España: Akal. p. 137. ISBN 978-84-460-0924-5.


Webs:

  • www.wikipedia.org/wiki/Mocárabe
  • www. sombrasdetinta.blogspot.com.es/2013/06/los-mocarabes-i
  • www.alhambra-patronato.es/elblogdelmuseo/index.php/mocarabes-versus-muqarnas/