miércoles, 18 de abril de 2018

San Jorge y el dragón | Bernat Martorell | 1434-1435 | Art Institute of Chicago | EE.UU.




SAN JORGE Y EL DRAGÓN

Bernat Martorell | 1434-1435 | Art Institute of Chicago | EE.UU.




En el siglo XV, la capilla del palacio de la Generalitat en Barcelona estaba presidida por un espectacular retablo de Bernat Martorell que recreaba la mítica lucha de san Jorge, héroe de la cristiandad, contra un terrible dragón. 




Hacia 1434, Bernat Martorell pintaba una de las obras cumbre de su carrera, el Retablo de san Jorge, para la capilla del palacio de la Generalitat de Barcelona. Nacido aproximadamente en 1390, hijo de un carnicero de Sant Celoni, Bernat Martorell dominó el panorama artístico catalán del segundo cuarto del siglo XV desde su taller en la barcelonesa calle Regomir.

San Jorge, legendario mártir que habría vivido y luchado en la Capadocia del siglo IV, estuvo al principio ligado a la nobleza y la monarquía, que se identificaban con su condición de caballero. En el siglo XV, sin embargo, la Generalitat catalana (una institución formada por diputados de los estamentos de la sociedad de la época: clero, nobleza y burguesía) lo adoptó como patrón e impulsó la fiesta en su honor. Parece que los diputados quisieron contar con el mejor pintor del momento y dedicaron notables recursos a la obra, importando desde Flandes la costosa madera de roble.




Lección de heroísmo 

El retablo se componía de una predela o base que sustentaba cinco compartimientos —hoy dispersos en varios museos— decorados con otras tantas escenas. El central (en Chicago) resume la lucha del santo y el dragón, mientras que las cuatro escenas laterales (en el Louvre) narran sus martirios y su muer-te. Una tabla con la Virgen y el Niño (en Filadelfia), rodeados de virtudes, debía coronar la calle central. El retablo instaba a los diputados a gobernar con rectitud inspirándose en el comportamiento heroico de su patrón y en la Virgen.

La tabla central es una de las obras maestras de Martorell. Domina la escena san Jorge, a caballo, con armadura completa o «arnés blanco», preparándose para atravesar con su lanza al dragón. La fiera, amenazante, muestra garras y dientes, mientras bate sus alas de murciélago. La princesa reza sobre la colina donde habita el monstruo, y en las murallas del castillo una multitud de cortesanos asiste al combate, presidido por los reyes desde un balcón ricamente ornado. Pese a la ferocidad de la lucha y a los huesos de las víctimas del monstruo que siembran el primer término, la escena se enmarca en un paisaje de plácida belleza, bajo un cielo azul. Unos cisnes nadan en el foso que rodea el castillo y unos campesinos transitan los fértiles huertos y campos de cultivo. Destaca el blanco del caballo, así como el delicado rosa pastel, aplicado con pequeños toques «puntillistas», de las ropas de la princesa. Para dar relieve y realismo al dragón y a la armadura del santo, el artista ha usado pasta de yeso, pintada y dorada, un recurso habitual en la época, aunque raramente empleado de manera tan original como aquí. 


                                        


Una obra dispersa. 

A mediados del siglo XIX, el retablo pertenecía a los Rocabruna, barones de Albi. La tabla central fue comprada por el industrial estadounidense Charles Deering y donada después al Instituto de Arte de Chicago. Las laterales, adquiridas en Barcelona por el anticuario Celestino Dupont, serían vendidas en 1900 a Théophile Belin e ingresaron en el parisino Museo del Louvre en 1905.






BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN:

  •          Guadaria Macias Prieto (Universidad de Barcelona) (Historia National Geographic, Nº 172)


OTRAS IMÁGENES:


                                        


                                        



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