VICTORIA DE SAMOTRACIA
190 a.C. | Museo del Louvre | París | Francia
Desde que fue descubierta en 1863, esta espléndida escultura helenística
ha fascinado a artistas y literatos que vieron en ella «una imperecedera
recreación del viento griego en lo que tiene de vasto y de grandioso». Desde
entonces, es considerada uno de los tesoros del Museo del Louvre.
La pequeña isla de Samotracia,
con sus 178 kilómetros cuadrados, está situada al norte del mar Egeo, a 40
kilómetros tanto de la costa europea como de la asiática. Montañosa y de costas
escarpadas, emerge como una mole triangular ante los viajeros, que avistan
desde lejos el monte Fengari, el más alto de la isla con 1611 metros. Para los
griegos, Samotracia era una isla nebulosa, poblada por gentes extrañas y
ubicada a las puertas del inhóspito Ponto Euxino (el mar Negro), pero a la vez
era el lugar perfecto donde guarecerse de los fuertes vientos del norte. Esto
explica que su principal santuario estuviera dedicado a deidades protectoras de
los navegantes y que éstos, agradecidos, depositaran allí ofrendas votivas,
algunas tan impresionantes como la Victoria de Samotracia: una magnífica
escultura que representa una Niké o victoria alada, descubierta en 1863 por el
arqueólogo francés Charles Champoiseau y hoy expuesta en el Museo del Louvre.
CULTOS MISTÉRICOS EN SAMOTRACIA
La fama de la isla va unida a
esas deidades cuyo número y nombre concreto ignoramos, pues eran conocidas
simplemente como Megaloi Theoi, Grandes Dioses. El culto incluía ritos secretos
de iniciación, ceremonias de admisión a unos misterios sobre los cuales el
iniciado estaba obligado a guardar el más absoluto de los silencios. Grandes
personajes y reyes del mundo antiguo se iniciaron en Samotracia como el rey
Filipo II de Macedonia y su esposa Olimpia, padres de Alejandro Magno. Pero
también acudían hombres y mujeres ordinarios, esclavos y ciudadanos libres.
El ritual comprendía dos grados,
el de iniciado (mystes) y el de
observador (epoptes), y se celebraba
durante el periodo que operaba el santuario, de abril a octubre, los meses de
navegación. Se supone que el ritual incluiría una purificación previa,
sacrificios y libaciones, así como un breve interrogatorio ante un sacerdote,
seguido de la iniciación propiamente dicha, realizada de noche y a la luz de
las antorchas.
OFRENDAS A LOS DIOSES
En la terraza oeste se extendía
el área pública, que incluía dependencias para los fieles, exvotos, una estoa o
pórtico y un teatro donde se escenificaban obras durante el festival anual en
verano. En los extremos norte y sur de la terraza se erguían los dos monumentos
que mejor ejemplifican la relación de los Grandes Dioses con el mar: el
Neorion, imponente edificio que albergaba un navío dedicado como ofrenda, y el
recinto donde se alzaba la Victoria.
La extraordinaria calidad de la
Victoria, tanto por su ejecución como por los materiales usados —mármol azul de
Lartos (Rodas) para la base y mármol cremoso de Paros para la estatua—, indica
que estamos ante una ofrenda de envergadura, digna de un rey o persona
importante. Se ha puesto en relación con una victoria naval, pues la Victoria
alada se asocia desde el siglo IV a.C. con triunfos en el mar. Por desgracia,
los siglos III y II a.C. están repletos de gran des batallas navales y podría
tratarse de una victoria de Macedonia, Rodas, Pérgamo, incluso Roma, pues los
romanos vencieron en 168 a.C. al último rey macedonio, Perseo, refugiado en
Samotracia. Además, el estilo de la estatua, helenístico pero con detalles clásicos,
no facilita su datación ni ayuda a fijar con seguridad el taller de origen:
para algunos investigadores proviene de Rodas, mientras que para otros procede
de Pérgamo.
¿CÓMO SE ESCULPIÓ LA VICTORIA?
En 1863, Charles Champoiseau
descubrió la parte principal de la Victoria de Samotracia, la que va del busto
a los pies, «casi intacta, y trabajada con una habilidad que no he visto
superada en ninguna de las grandes piezas que conozco», como explicaba en una
carta al embajador francés en Estambul. También localizó durante los trabajos
el ala izquierda, totalmente fragmentada pero casi íntegra. En cambio, nunca se
recuperaron ni la cabeza ni los brazos, salvo unos pocos fragmentos. Esta fragmentación
revela el modo en que se esculpió la obra, a partir de dos grandes bloques que
forman el cuerpo y a los que se fijaron los brazos y las alas.
1. BLOQUES DE MÁRMOL PARA CADA
PARTE. Para tallar las piezas que forman la Victoria se cortaron varios
fragmentos de mármol de diferente tamaño: dos bloques para cada brazo, dos
bloques para cada ala, un bloque pequeño para la cabeza y el busto, y otro bloque
de mayor tamaño para el cuerpo.
2. EL ENCAJE DE LAS DIFERENTES
PIEZAS. Una vez esculpidas cada una de las piezas por separado, éstas debían
ensamblarse unas en otras. En el interior del torso se horadó un agujero para
encajar en él una pieza de bronce sobre la que se podría colocar el busto de la
estatua, que así quedaría firmemente fijado.
3. LAS ALAS, EN SU LUGAR. La
colocación de las alas fue más compleja. Si se hubieran fijado al cuerpo de la
estatua con un elemento metálico, su propio peso las hubiera hecho caer. Por
ello, el artista esculpió una especie de base en la espalda de la Victoria,
sobre la que situó el resto del ala, fijándola con más seguridad.
4. ¿CÓMO ERAN LOS BRAZOS? Debido
a la forma de encaje del brazo derecho se deduce que éste se alzaría levemente
en posición de saludo, sin sujetar ningún tipo de cinta, corona o trompeta. Un
pequeño fragmento que se conserva permite pensar que el brazo derecho estaba
doblado por el codo. Del brazo izquierdo no se ha conservado nada, y sólo
existen hipótesis; tal vez iba pegado al cuerpo, o bien un poco levantado.
EL RENACIMIENTO DE LA VICTORIA
La estatua, de 2’70 metros de
altura, constaba de seis piezas encajadas: cuerpo, busto-cabeza, brazos, pies,
alas y manto trasero. Descansaba sobre una base en forma de proa de navío con
tres espolones, hecha con 23 piezas en dos niveles, hasta alcanzar una altura
total de 5,57 metros y un peso de 30 toneladas. Es de alabar la labor llevada a
cabo por los restauradores del Museo del Louvre, que lograron encajar los
fragmentos y dar forma a la estatua basándose en ejemplos similares que
aparecen en monedas y figuras de terracota. La última restauración, acabada en
2014, que ha corregido defectos e incorporado fragmentos, ha intentado resolver
la disposición de los brazos y las manos.
No sabemos cuánto tiempo estuvo
en pie la Victoria de Samotracia, más allá de la remodelación del muro de
cierre en época romana. Lo más probable es que, como el resto del santuario,
fuera víctima de los terremotos que se sucedieron en el siglo IV d.C.,
paralelos al abandono de los templos paganos. Muchos bloques se reutilizaron en
construcciones bizantinas y los fragmentos escultóricos empezaron a diseminarse.
Tal vez entonces la Victoria perdió el rostro y los brazos, pero no su
capacidad de fascinación, que siglos después sigue manteniendo intacta.
BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN:
- Cultos mistericos antiguos Walter Burker. Trotta, Madrid, 2005
- Historia National Geogrophic, nº 138
- Historia National Geogrophic, nº 160
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