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sábado, 3 de agosto de 2019

Pirámide de Meidum | 2614 - 2579 a.C. | El Fayum | Egipto




PIRÁMIDE DE MEIDUM

2614 - 2579 a. C. | El Fayum | Egipto






A pesar de su actual aspecto ruinoso y forma irregular, la pirámide de Meidum es una de las obras arquitectónicas más importantes en la historia de Egipto. Se considera la primera de las tres pirámides que el faraón Snefru mandó levantar durante la IV dinastía y su construcción fue el comienzo hacia la pirámide perfecta.




El A poca distancia de El Fayum, al sur del delta del Nilo y casi olvidada por el tiempo, una extraña construcción domina el paisaje desértico de Meidum. A primera vista, no tiene forma de pirámide y su aspecto está lejos de la grandiosidad de las construcciones de Guiza. Quizás por ello no se incluye habitualmente en los circuitos turísticos. Estas ruinas, no obstante,  representan un momento crucial en la construcción de pirámides y una parte fundamental de la arquitectura egipcia. Es la pirámide del faraón Snefru, conocida como la falsa pirámide o pirámide derruida porque tan solo conserva parte de su núcleo interno, sin embargo sus caras eran lisas y llegó a medir 90 metros de altura.


                                        


La pirámide de Meidum está situada en un lugar de enterramientos al sur de Sakkara, a unos 100 km de El Cairo. Se conservan restos de la estructura central rodeados de un montículo formado por los escombros del recubrimiento. La importancia de esta pirámide no radica por tanto ni en su aspecto ni en su conservación sino en el momento de su concepción. La de Meidum es una de las tres grandes pirámides construidas durante el reinado de Snefru, primer faraón de la cuarta dinastía, hace aproximadamente 2500 años. Continuando con el sistema constructivo iniciado por Zoser en la III Dinastía  que consistía en la superposición progresiva de mastabas, el faraón Snefru proyectó su morada eterna con un aspecto diferente a la de Sakkara. Debía ser más grande, aún más apuntada, con ocho pisos y no solo eso, además, sus caras serían lisas. Así, la pirámide de Meidum es considerada el auténtico comienzo hacia la pirámide perfecta.


                                        


La pirámide medía 147 metros de lado y 93,50 metros de altura, aunque en su estado actual, mide 65 metro. La entrada está en la cara norte a 20 metros sobre el actual nivel del suelo. Desconocemos hasta el momento si esta gran mole de piedra llegó a terminarse, lo que sí sabemos es que la pirámide se derrumbó en la antigüedad y solamente la parte central de su núcleo interno sigue en pie, dándole un aspecto de torre, algo insólito entre las pirámides egipcias. La pequeña colina sobre la que parece asentarse está formada en realidad por los escombros resultantes de su derrumbe. El recubrimiento de la pirámide se habría deslizado por falta de adherencia de las capas inferiores dejando el núcleo central a la vista. Existe una segunda hipótesis según la cual este deslizamiento de la capa externa nunca tuvo lugar sino que la pirámide está inacabada. Según ésta, los escombros que la rodean no serían más que el desmontaje de las rampas necesarias para su construcción.




En el siglo XV fue descrita por Al-Maqrizi como una «montaña» de cinco niveles en progresiva ruina, manteniendo solo tres niveles cuando la investigó en 1799 la expedición de Napoleón. Durante el siglo XIX fue excavada varias veces por los pioneros arqueólogos Perring y Lepsius pero fue Flinders Petrie quien, años más tarde, en 1881, penetraría por primera vez en la pirámide. Petrie descubrió que tras la entrada el pasaje desciende 57 metros hasta un corredor horizontal, casi bajo el nivel original del suelo, en donde hay dos pequeñas salas que hacen la función de antecámaras. Este pasaje conduce a un pasaje de diez metros por el que se sube hasta la cámara funeraria.


                                         



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viernes, 2 de agosto de 2019

Coloso de Ramsés II | 1279 - 1213 a.C. | Museo de Mit Rahina | Menfis | Egipto




OBRA ANALIZADA

COLOSO DE RAMSÉS II

1279 - 1213 a.C. | Museo de Mit Rahina | Menfis | Egipto


(PLAY para ver video)


El coloso de Ramsés II encontrado en Menfis es el reflejo del pasado lujoso de la capital de Imperio Antiguo y un ejemplo extraordinario de la calidad de la escultura egipcia. Con más de 10 metros de longitud y 700 toneladas de peso, el coloso es una de las estatuas más grandes y mejor conservadas fuera de un templo egipcio.




Si hay algo que caracterice los monumentos del antiguo Egipto es sin duda la inmensidad de sus proporciones que deslumbran a cualquier mortal que se encuentre a poca distancia de ellas. Esta sensación ocurre con las pirámides, los templos, los obeliscos, y también con algunas esculturas llamadas colosos por sus grandes dimensiones. Uno de estos colosos es el de Ramsés II que hoy descansa en el pabellón del Museo de Mit Rahina en Menfis, ciudad antigua que fue la capital del Antiguo Imperio egipcio.


Menfis, capital del mundo antiguo

La antiquísima capital - que los egipcios llamaban Men-nefer y los griegos Menfis- se extendía a lo largo de 15 km entre Giza y Sakkara. En el centro del enclave se levantaba la ciudadela de las "murallas blancas”, empezada tal vez por el gran arquitecto Imhotep y rica en innumerables templos y santuarios dedicados a todos los dioses del mundo antiguo. De esa bella ciudad donde fenicios, judíos, armenios, griegos, libios y sudaneses tenían sus propios barrios, hoy no quedan más que pocos restos. La decadencia del imperio y el paso de los siglos la convirtieron en un mar de ruinas.


                                        


El Museo de Mit Rahina es un museo al aire libre ubicado cerca de la necrópolis de Menfis donde se exponen los escasos restos arqueológicos de la antigua capital egipcia en tiempos del Reino Antiguo. Son muy buenos ejemplos la hermosa estatua de Ramsés II, de más de seis metros, y sobretodo la esfinge de alabastro de Amenhotep o quizás, Hatsephsut. Esta estatua flanqueaba antigüamente la entrada del templo de Ptah, el más importante de Menfis, y es es una de las más grandes realizadas en un único bloque de piedra. Se exponen también algunos sarcófagos, bustos, una estela y la triada divina de Menfis. Un pabellón construido expresamente para su conservación encierra la joya de la colección y razón de ser del museo,  el majestuoso coloso de Ramsés II, una de las gigantescas estatuas que en su origen estaban colocadas delante de los pilonos del templo de Ptah.


                                        


El gigante de Menfis

El Coloso de Ramsés II de Menfis es una escultura gigantesca tallada en el Imperio Nuevo, posiblemente durante el reinado de Ramsés II, faraón de la Dinastía XIX de Egipto. La estatua mide 10 metros, originalmente 13 si conservara las piernas, y pesa más de 700 toneladas. El Coloso fue descubierto en el año 1820 por el viajero italiano Giovanni Caviglia y originariamente estaba situado en el flanco sur del Gran Templo de Ptah, ("Señor de la magia"), templo situado a su vez en Menfis, capital del Reino Antiguo y del nomo I del Bajo Egipto. El coloso estuvo a punto de ser llevado al Museo Británico de Londres después de que fuera donado por el gobernador de Egipto, pero las condiciones en las que se encontraba y las dimensiones exorbitantes de la pieza impidieron el traslado. Finalmente, para proteger la estatua, se construyó un museo en el poblado de Mit Rahina, en las cercanías del descubrimiento.


                                        


El gigante se considera una de las estatuas mejor conservadas de todo Egipto y aun se puede apreciar el finísimo trabajo de los escultores en el rostro, el pecho y los brazos. Contrario a lo que ocurre con muchas obras de gran tamaño, ninguna imprecisión fue cometida ni siquiera en los lugares en los que no eran accesibles a la vista cuando el coloso se encontraba de pie. La importancia del carácter divino de los faraones no podía llevar sobre su cuerpo los defectos propios del hacer humano. Para evitar que la estatua fuera usurpada por siguientes faraones, dos cartuchos jeroglíficos fueron tallados sobre su cuerpo: uno se encuentra sobre la hebilla del cinturón y el otro en el colgante que lleva Ramsés II sobre el pecho.





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jueves, 1 de agosto de 2019

Colosos de Memnón | 1390 - 1350 a.C. | Luxor | Egipto




OBRA ANALIZADA

COLOSOS DE MEMNÓN

1390 - 1350 a.C. | Luxor | Egipto


(PLAY para ver video)


Los colosos de Memnón son dos gigantescas estatuas de piedra situadas en la ribera occidental del Nilo, frente a la ciudad de Luxor. Durante siglos fueron contemplados por viajeros y artistas románticos atraídos por la leyenda de las piedras cantoras con las que fueron construidos. Hace tiempo que dejaron de cantar pero su imponente presencia no ha dejado de cautivar a todo aquel que los visita




En la vasta llanura que se extiende entre el Nilo y el Valle de los Reyes, frente a la ciudad egipcia de Luxor, se encuentran dos colosales estatuas del faraón Amenhotep III. La pareja de gigantes se alza solitaria sobre un terreno de ciénagas y piedra desértica, parecen haber sido olvidados por el tiempo o alguno pensaría, expulsados de los grandes templos tebanos. Pero no es así, se trata de los restos de la monumental avenida que conducía al templo funerario de Amenhotep III en la antigüedad, hace aproximadamente 3.300 años. Lamentablemente, el templo fue destruido, sus restos utilizados en otras construcciones y tan solo dos de sus grandes estatuas han llegado hasta nuestros días.


                                        


El templo de millones de años

Las dos estatuas gemelas miden 18 metros de altura  y están talladas en grandes bloques de cuarcita traídos especialmente desde Guiza y la cantera de Gebel el-Silsila, al norte de Asuán. Muestran al faraón Amenhotep III en posición sedente, sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el Este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa Tiy y a su madre Mutemuia. Los paneles laterales muestran una alegoría en bajorrelieve de Hapi, dios responsable de las inundaciones anuales.

La función original de los colosos fue la de presidir la entrada al complejo funerario de Amenhotep III: un inmenso centro de culto, construido en vida del faraón, en el que se le adoraba como al dios en la tierra. En esos días, el complejo del templo era el mayor y más espectacular de todo Egipto. Ocupaba un total de 35 hectáreas. Incluso el Templo de Karnak era menor que el conjunto funerario de Amenhotep. En la actualidad, el templo esta siendo reconstruido por diversas excavaciones arqueológicas, entre ellas españolas, que están recuperando los restos de este monumental complejo.


                                        


Las piedras cantoras

Entonces, ¿por qué se les conoce con ese nombre? Buena pregunta. Según el historiador y geógrafo griego Estrabón, en el año 27 a.C., un terremoto sacudió seriamente la ciudad de Tebas dañando muchos monumentos, entre ellos los colosos. El fuerte seismo destruyó gran parte de aspecto original de las estatuas y abrió una enorme grieta en la segunda, la cual terminó por derrumbar parte de su estructura. Este accidente fue también el culpable de un extraordinario fenómeno porque, desde aquel momento, todas las mañanas a la salida del sol, la estatua emitía un gemido vago y prolongado, en el que los viajeros creyeron oír un canto triste pero armonioso. En torno a ese extraño hecho, testimoniado por grandes historiadores como Estrabón, Pausanias o Tácito, los poetas griegos hicieron florecer una hermosa leyenda y asocieron estas ‘piedras cantoras’ a Memnón, el mítico hijo de Titono y la Aurora. Tras hallar la muerte por manos de Aquiles en la guerra de Troya, su madre, deshecha en llanto, rogó insistentemente a Zeus que hiciese resucitar al menos una vez al día a su hijo y así, cada mañana, mientras lo acariciaba con sus rayos, su hijo saludaba la aparición de su madre en el horizonte con un melodioso gemido...


                                        


El misterio de las piedras cantoras desapareció cuando el emperador romano Septimio Severo  restauró la estatua en el siglo III y estudios contemporáneos revelaron que los curiosos sonidos emitidos serían provocados por la dilatación de la piedra al cambiar su temperatura entre el frío de la noche y el calor de los primeros rayos del sol. Los ancianos gigantes enmudecieron definitivamente poniendo fin a una cadenza de siglos de antigüedad.





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