Edfu es una ciudad egipcia situada en la ribera occidental del rio Nilo a unos 90 kilómetros al sur de Luxor. Antiguamente fue la capital de nomo II del Alto Egipto, una provincia rica para el comercio y la agricultura local y sobretodo un importante lugar de culto desde que fuera construido en época ptolemáica el gran templo de Horus. Con la ocupación griega la ciudad fue llamada Apolinópis Magna por la identificación de Horus con el dios Apolo y hasta la caída del imperio romano el templo fue uno de los centros religiosos más importantes de Egipto.
El templo de Edfu es una obra maestra del arte egipcio tanto por unidad y concepción arquitectónica como por su excepcional estado de conservación. Su impecable aspecto se debe al hecho de que estuvo durante mucho tiempo cubierto casi completamente por la arena del desierto. El estado de abandono era tal, que cuando en 1860 Auguste Mariette decidió liberado fue necesario derribar casi un centenar de tugurios de los fellah que se habían ido construyendo sobre el templo. Sólo cuando la inmensa cantidad de arena fue quitada, se pudo notar que el monumento estaba casi intacto.
Ni siquiera el imponente templo de Karnak, al que le sigue en tamaño, estaba tan bien conservado. Con sus 137 metros de longitud, el frente del pilono de 79 metros y una altura de 36, tiene una planta muy homogénea y puede ser considerado como un arquetipo de templo egipcio: una serie de habitaciones cada vez más pequeñas y oscuras que conducen hasta el recinto más íntimo y reservado del templo, el "sancta sanctorurn". Antes de adentrarnos el el templo vamos a conocer más a fondo a esta importante divinidad del panteón egipcio.
El gran dios con cabeza de halcón
El dios Hor o Horus en nombre helenizado es el gran dios celeste de la religión egipcia, hijo de Osiris e Isis y predecesor de las dinastías faraónicas según el mito de Heliópolis. Generalmente es representado como un halcón, u hombre con cabeza de halcón, portando las dos coronas del Alto y Bajo Egipto, aunque puede adoptar formas de disco solar alado y de esfinge. Horus es una de las divinidades más importantes, un dios protector y guerrero, nacido para gobernar frente a las fuerzas del mal. Se considera el mito de su nacimiento como el origen de la civilización egipcia y tras él llegarían los primeros gobernantes, los Shemsu Hor, reyes míticos anteriores a la época tinita.
El nombre de Horus estuvo vinculado a la realeza desde época predinástica -como se aprecia en la paleta de Narmer del 3050 a.C.- y a partir del Antiguo Imperio el faraón fue considerado su encarnación terrestre. El culto al dios halcón se extendió desde el delta del Nilo hasta las fronteras del país gracias a una gran legión de seguidores y a una casta sacerdotal muy influyente. Fue venerado por todos los reyes egipcios incluso en época griega y se le erigieron importantes templos en su nombre en Hieracómpolis, Edfu y Letópolis. Horus fue siempre amigo de los hombres, un dios guerrero, protector en las batallas y defensor de las fuerzas del bien, el orden y la justicia.
Su imagen aparece representada en multitud de templos, tumbas, esculturas, papiros y joyas de época faraónica que prueban la gran importancia de este dios en la vida de los egipcios. Los relieves de los templos mostraban escenas que reconocían al dios recibiendo las ofrendas y alabanzas del faraón reinante. Del mismo modo ocurre en la decoración de las tumbas y papiros que ilustran algunos pasajes del libro de los muertos en el que Horus actúa de intermediario entre Osiris y el difunto. Se conservan muchas estatuas concebidas para su culto individual, como parte de un grupo escultórico, en el caso de la triada osiríaca o las imágenes maternales de Isis, y como figura protectora a partir del Imperio Medio en los retratos de algunos faraones. Con esta misma función protectora se confeccionaron incontables piezas de orfebrería, joyas, amuletos, herramientas cosméticas y muebles con su efigie como elemento característico.
La casa del dios halcón
Concebido en el escenográfico y más puro estilo ptolemaico, el templo de Edfu no solo es el mejor conservado de Egipto sino también el segundo más grande solo superado por el de Karnak. Fueron necesarios casi dos siglos y tres faraones para construir este enorme santuario y aunque data de época tardía, el templo fue construido bajo los mismos cánones arquitectónicos y estilísticos empleados anteriormente por los egipcios. El templo está compuesto de un monumental pilono de acceso, un patio abierto porticado, una primera sala hipóstila o pronaos y a partir de aquí un naos, la casa del dios, de menor altura y dividida en diferentes capillas subsidiarias hasta llegar a la capilla principal o cella, lugar donde se custodiaba la imagen del dios.
De este templo se conoce casi toda su historia gracias a las numerosas inscripciones y los detalladísimos bajorrelieves. La primera piedra se puso el día 7 del mes de Epiphi, en el décimo año del reinado de Ptolomeo III Evérgetes: o sea, el 23 de agosto del 237 a.C. Los mismos bajorrelieves nos dicen también cuándo el templo fue terminado: el 5 de diciembre del año 57 a.C. Gracias a una inscripción en el naos sabemos que lo proyectó Imhotep, hijo de Ptah. Pero ello es imposible porque Imhotep era visir de Zoser, el constructor de la pirámide escalonada de Sakkara, y había vivido veintitrés siglos antes. Quizás se pueda explicar este hecho pensando que los sacerdotes-arquitectos de este templo consideraron a lmhotep como un símbolo a quien referirse en su proyecto, y le vieron como a un mítico predecesor que garantizaba la perfección de su trabajo. Atribuyéndole el templo de Edfu, tenían la plena certidumbre de una obra perfecta.
Antes de llegar al templo es interesante visitar el mammisi que se encuentra a la izquierda. Construido bajo Ptolomeo IX Soter II, inicialmente estaba comprendido en el templo de Horus pero luego fue transformado en un pabellón separado. Un peristilo rodea el vestíbulo, flanqueado por dos pequeñas habitaciones y un santuario: originales son los capiteles de los pilares, donde aparece la cabeza del dios Bes, patrón de las mujeres durante el parto. En efecto, aquí todos los años se renovaba simbólicamente el misterio del nacimiento de Horus y, por lo tanto, se había convertido en un lugar sagrado para todas las parturientas.
La fachada del templo se presenta en toda su grandiosidad con el magnífico pilono constituido por dos macizas torres que flanquean la entrada. Los muros están decorados con dos gigantescos relieves casi simétricos que muestran al faraón Ptolomeo XII ofreciendo a sus enemigos en sacrificio ante Horus y Hathor. Solo se diferencian en la corona del faraón. Todavía hoy el pilono muestra las largas acanaladuras donde se colocaban las astas de los estandartes. A los lados de la puerta, las dos estatuas de granito negro de Horus nos dan la bienvenida.
El primer espacio que encontramos tras el pilono es patio de las ofrendas o "ancho patio de las libaciones", un gran espacio rectangular rodeado en tres de sus lados por columnas; los capiteles son diferentes entre sí, pero cada uno de ellos tiene su exacto correspondiente en la columna del lado opuesto. Era el único lugar del templo al que tenía acceso la población y el él se celebraban fiestas y celebraciones del calendario egipcio en honor a Horus. Al fondo del patio, casi como vigilando el pronaos, se observa la bellísima y majestuosa estatua de granito negro del dios-halcón con la doble corona.
La sala hipóstila que sigue tiene 18 columnas, doce de las cuales dispuestas en dos hileras y precedidas por otras seis unidas a mitad de su altura por muros de intercolumnio. A ambos lados se abren dos pequeñas habitaciones: a la izquierda la “casa de la mañana” destinada a la purificación de los sacerdotes antes de los ritos, y a la derecha, la biblioteca litúrgica. De aquí se pasa a la segunda sala hipóstila, más pequeña que la anterior, con tres hileras de cuatro columnas, y comunicante con la cámara de las "ofrendas sólidas" y la cámara de las "ofrendas líquidas". Se cruzaba luego otra habitación, la sala central o sala intermedia - a la izquierda de la cual se tenía acceso a la capilla del dios Min -, y se llegaba finalmente, en esta simbólica y sugestiva progresión de recintos cada vez más estrechos y oscuros, al santuario, el lugar más importante del templo.
La última cámara cobijaba la imagen sagrada del dios y Edfu conserva todavía el naos original, un soberbio tabernáculo monolítico de granito gris de 4 metros de altura, edificado en 360 a.C. en tiempos de Nectanebo II, y que por lo tanto pertenece al templo más antiguo. En el centro de la habitación se muestra una réplica de la barca solar utilizada por los sacerdotes de Horus para transportan la imagen del dios. La pieza original, única en sus características, fue donada por el gobierno egipcio a Francia en el siglo XIX y actualmente se exhibe en el Museo del Louvre. Alrededor del santuario se despliega el "pasillo de los misterios", al que dan diez habitaciones, cada una de ellas con sus atributos específicos y dedicada a las divinidades asociadas al culto de Horus, como Osiris, Sokar, Khonsu, etc.
Un elemento novedoso que no presentan otros templos de épocas anteriores es la adhesión de un pasillo exterior o deambulatorio que rodea todo el templo. Fue mandado construir por Alejandro Magno como un segundo espacio público cuyos muros serviría para narrar importantes pasajes de la mitología egipcia. Estos relieves fueron tallados extraordinariamente y son una fuente valiosísima de información para la egiptología. Las escenas son sumamente interesantes y los temas representados son entre otros, la colocación de la primera piedra del templo, el himno a Mut, y sobretodo el nacimiento de Horus y su victoria sobre los enemigos de su padre Osiris.
Mito de Horus
Uno de los pasajes más bellos de la cosmogonía egipcia es el del nacimiento del dios Horus. Según los sacerdotes de Heliópolis, donde fue concebido el mito, cuando el mundo fue creado, el dios Geb (la tierra de Egipto) y la diosa Nut (el cielo) dieron vida a dos varones, Osiris y Seth, y a dos mujeres, Isis y Neftis, todos ellos grandes dioses del Egipto antiguo. Osiris se casó con Isis, y Seth hizo lo propio con Neftis dando lugar a dos matrimonios que gobernarían la tierra. Pero ya se sabe que dos reyes para un mismo trono siempre fueron multitud y la leyenda da cuenta de innumerables enfrentamientos entre ambos hermanos por hacerse con el poder. Gracias a un engaño, Seth logra asesinar a Osiris que lo descuartiza en 14 pedazos y los esparce por todo el país para evitar que encuentren su cuerpo. Pero su mujer Isi, enterada de lo sucedido, buscó cada pedazo de su difunto marido para recomponerlo y con sus poderes divinos devolverlo a la vida. La diosa Isis no sólo resucitó el cuerpo de su marido Osiris sino que además concibió un hijo de él: Horus, el gran dios llegado del cielo que recuperaría el trono de su padre. A partir de entonces, Osiris se encargaría de gobernar en el Duat, el país de los muertos. El joven Horus fue instruido en secreto por Tot, dios de la sabiduría, hasta convertirse en un excepcional guerrero. Al llegar a la mayoría de edad, Horus se enfrentó a Seth con la ayuda de sus seguidores y consiguió derrotarle. Finalmente, Horus fue el dios de todo Egipto, mientras que Seth fue desterrado y fue el dios del desierto y de los pueblos extranjeros. Más adelante Horus dejó el gobierno a sus seguidores, los Shemsu Hor, de los que provienen según la tradición los primeros faraones de Egipto.