lunes, 21 de mayo de 2018

Museos | Museo del Mar y de la Sal | Torrevieja




MUSEOS Y GALERÍAS DE ARTE

MUSEO DEL MAR Y DE LA SAL

TORREVIEJA





Torrevieja es un municipio costero situado al sur de Alicante, en la comarca de la Vega Baja del Segura. Es conocido por ser uno de los destinos turísticos más importantes del país, por sus playas y calas mediterráneas, por sus habaneras, por los pisos del 123..., pero sobre todo por sus lagunas saladas, de donde se extrae la sal que desde el siglo XVIII es exportada a todo el mundo. Por ello, de entre sus muchos centros culturales destaca, por su estrecha vinculación a la historia del municipio y a su población, el Museo del Mar y de la Sal, acertado nombre que recoge los dos elementos imprescindibles para entender Torrevieja.


                                        


El Museo del Mar y de la Sal de Torrevieja, inaugurado en febrero de 1995, es fundamentalmente un espacio museístico etnológico donde se exponen los orígenes e historia de la villa. La colección recoge muestras de artesanía salinera, fotografías de distintas épocas, elementos de navegación, carpintería de ribera, arqueología submarina, armada española, velería, y maquetas de barcos y dioramas.

Entre las piezas que se exponen se pueden distinguir los conocidos barcos de sal de artesanía local, la rueda de timón original del pailebote ‘Pascual Flores’ -la última embarcación de la antigua marinería torrevejense de cabotaje-, dos ánforas romanas, unos zancos salineros y dos detalladas maquetas del antiguo embarcadero de sal con la desaparecida torre vieja y el club náutico con la apariencia original de mediados de los años cincuenta.


                                        


Este tipo de museos etnológicos, provinciales y municipales, pueden resultar poco atractivos si la inversión, mantenimiento y propuesta expositiva no son las adecuadas, de hecho no siempre registran el número de visitantes deseado y a menudo pasan desapercibidos incluso para la población local. Debemos evitar que desaparezcan pues realizan una labor importantísima para la conservación del patrimonio, de la historia y de la memoria de nuestros pueblos.




ARTESANÍA SALINERA

Una de las tradiciones más antiguas que se practican en Torrevieja es la creación artesanal de sus famosos ‘barcos de sal’. Fueron los marineros y los hombres de la mar cuando hace más de 60 años comenzaron a realizar con sus propias manos estos barcos artesanales que dejaban “cuajar” bajo el agua de las salinas para conseguir su aspecto cristalino original. La tradición pasó a las generaciones posteriores hasta convertirse en un producto artesanal propio de la zona y en símbolo de la ciudad.

Actualmente son apenas un puñado de torrevejenses los que mantienen viva esta tradición de manera artesanal. Estos definen los barcos de sal como sencillas maquetas que mantienen fielmente las líneas más características de un velero. Las maquetas incluyen numerosos hilos que forman parte de la jarcia (objetos de fibra vegetal que simbolizan los aparejos y cabos o los instrumentos y cuerdas de los barcos). Maderas, cañas, tela blanca e hilo blanco de algodón son los materiales utilizados para su confección realizada a mano.


                                         


El proceso de construcción de la maqueta pasa por utilizar la madera para realizar la quilla y las cuadernas (nombre con el que se conoce a cada una de las piezas curvas cuya parte inferior encaja en la quilla del barco y desde la que arrancan a derecha e izquierda, en dos ramales simétricos, formando las costillas del casco). Las cañas se cortan a tiras y todo ello se lía con la tela blanca y se entrelaza para dar forma al casco. Los palos y las vergas igualmente van liados en tela y son “enjarcetados” sobre el casco de madera. Finalmente el hilo permite crear la arboladura del barco.

De todo el proceso, lo más curioso es el proceso de cuajar los barcos porque se lleva a cabo en el interior de la laguna salada de Torrevieja. Es allí donde las maquetas se sumergen en el agua salada especialmente en temporada de verano y se dejan secar. Todo ello facilita el agarre de la sal sobre las telas y los hilos. Cuando la estructura y sus materiales están bien secos se sumergen de nuevo en el agua salada, pero esta vez se dejan tres o cuatro días bajo el agua hasta que están acabados, es decir hasta que la sal ha quedado correcta y firmemente aferrada a la maqueta.





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