miércoles, 17 de enero de 2018

Exposiciones | Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos




EXPOSICIONES

AUSCHWITZ

No hace mucho. No muy lejos

Centro de exposiciones Arte Canal (Madrid)




Por primera vez, casi tres cuartos de siglo después de la liberación de Auschwitz, se inaugura en Madrid una exposición monográfica itinerante sobre la historia de ese campo y sus repercusiones, antes de iniciar su recorrido por ciudades de todo el mundo. Esta exposición es el resultado de una alianza sin precedentes y visionaria entre la entidad creadora de la exposición, Musealia, y el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. Muchas de las piezas se exponen por primera vez al público mundial, ofreciendo una historia integral del campo de exterminio y su contexto. Asimismo, el equipo de comisarios internacionales de Musealia ha reunido imágenes, secuencias filmadas y objetos procedentes de 60 colecciones públicas y privadas, grandes y pequeñas, incluidas las colecciones de Yad Vashem, el Holocaust Memorial Museum de Estados Unidos y la Wiener Library. Con más de 600 objetos originales, 400 imágenes y 100 historias, esta exposición, Auschwitz: No hace mucho. No tan lejos., narra una historia para remover la conciencia del mundo.




I - EL ENCUENTRO

“Cuando [los soldados soviéticos] llegaron a la alambrada no nos saludaron ni sonrieron. Parecían oprimidos, más que por la compasión, por una cohibición desconcertada que les sellaba los labios y les clavaba los ojos a aquella escena fúnebre. Era la misma vergüenza (...) Que ji e nte el hombre justo ante los crímenes cometidos por otros, el remordimiento que producen la existencia misma de esos crímenes y el que hayan sido introducidos de manera irrevocable en el mundo de las cosas que existen.”
Primo levi, superviviente de Auschwitz, La Tregua (Turín, Einaudi, 1963)

Un tiempo y un lugar en los que la esperanza se convirtió en miedo, y los gobiernos y sus ciudadanos llevaron a cabo políticas genocidas: el Holocausto o Shoá, Porajmos, Zaglada.

Durante la primera mitad del siglo XX comenzaron a expresarse; mediante el uso de palabras como «raza», «superior» o «inferior» aplicadas a los seres humanos; ideas, que serían fundamentales para la formación de un pensamiento genocida. Esta ideología, representada en Alemania por el nazismo y en otros puntos de Europa por diversas formas de fascismo, se empleó para excluir de la sociedad a rivales políticos, sindicalistas, personas con discapacidad, homosexuales, «elementos antisociales», testigos de Jehová y romaníes.

En la Polonia ocupada, los alemanes destruyeron las instituciones estatales y trataron de decapitar la sociedad civil mediante la eliminación sistemática de las élites políticas, sociales, religiosas e intelectuales.




Los judíos se convirtieron en un blanco especial en la Europa sometida a la dominación germana. Mediante lo que se conoció como «la Solución Final a la cuestión judía», Alemania trató no solo de matar a todos los judíos sin excepción, sino de borrar de la faz de la tierra cualquier testimonio de su contribución a la civilización. Auschwitz se convirtió en un elemento clave de esta Solución Final. Pero, ¿cómo llegó a ocurrir algo así?, y ¿qué significa hoy para nosotros?


                                       


II - ANTES DE AUSCHWITZ

“La situación geográfica única de oshpimn, cruce de caminos entre tres fronteras: la de austria, la de alemania y la de rusa, la convirtió en punto de tránsito. Los viajeros judíos disfrutaban siempre de una calurosa bienvenida por parte de la comunidad judía de la ciudad. Su comportamiento ejemplar hizo que muchos judíos que no habían nacido allí se sintieran atraídos por oshpitzin.”

Uri Hanis, antiguo residente de Oswiezim (1977) (Jerusalem, Oshpitsin Society, 1977)

Judíos y no judíos en la Europa de antes de la II Guerra Mundial

El proceso de emancipación política, civil y económica que siguió a la Revolución francesa (1789-1799) originó la paulatina concesión de los derechos de ciudadanía a la población judía, primero en Francia y a continuación en el resto de Europa. La importancia que concedían tradicionalmente a la educación, la desenvoltura intelectual lograda a través de las discusiones en torno al estudio del Talmud y su capacidad para lidiar con la incertidumbre prepararon a muchos judíos para afrontar los retos de la vida moderna. La influencia y el éxito en el campo de la innovación que lograron enseguida generaron rechazo en la sociedad cristiana, que en muchos casos los responsabilizó de los problemas surgidos en torno al capitalismo, la urbanización, la industrialización y la modernidad cultural.




La llegada a Europa de refugiados judíos que huían de las violentas persecuciones (pogromos) sufridas en Rusia también causó cierta ansiedad. Las teorías pseudocientíficas que los presentaban como una raza «semítica», inferior a la «aria», llevaron a muchos ciudadanos que se declaraban «antisemitas» a defender la existencia de un «problema judío» que pedía con urgencia una «solución. En respuesta, los judíos propusieron varias estrategias para hacer frente a los retos del progreso y, al mismo tiempo, a la discriminación y persecución que sufría su comunidad. Entre ellas cabe destacar el bundismo (movimiento obrero que propugnaba la autonomía judía en el seno de las sociedades europeas), el sionismo (que defendía la creación de una patria judía en Palestina) y la emigración al Nuevo Mundo.


                                        


III - AUSCHWITZ

La invasión de la Unión Soviética y el comienzo del Holocausto

En junio de 1941, tras conquistar la mayor parte de Europa, Hitler puso la mira en el Este. Llevado por su odio al comunismo y la promesa de un mayor espacio vital que había formulado al pueblo alemán, lanzó un ataque a la Unión Soviética. La propaganda nazi presentó aquella guerra como una cruzada ideológica contra los «infrahombres» soviéticos. La furia destructiva del conflicto bélico fue a irrumpir en el campo de concentración de Auschwitz, que se extendió de forma espectacular a fin de albergar a prisioneros de guerra soviéticos en un nuevo recinto construido en Birkenau. La guerra oriental puso también a más millones de judíos a merced de los alemanes. Las Einsatzgruppen (unidades móviles de ejecución) organizadas por el jefe de seguridad Reinhard Heydrich se lanzaron a matarlos en los territorios recién conquistados.




Llegado el mes de diciembre de 1941, los nazis habían decidido acabar con todos los judíos que quedaban en Europa como parte de la «Solución Final». El 20 de enero de 1942 los altos funcionarios alemanes se reunieron en el barrio berlinés de Wannsee a fin de abordar los detalles. Seis días después de la Conferencia de Wannsee, Himmler hizo saber al jefe de la Inspección de Campos de Concentración de Oranienburg que los judíos debían ocupar el lugar de los prisioneros de guerra soviéticos en sus recintos.


                                        


La llegada

Los trenes, que viajaban día y noche, transportaron a Auschwitz a 1.300.000 judíos, polacos, romaníes y otros enemigos, reales o imaginarios, del Tercer Reich: habitantes de ciudades y de shtetlej (poblaciones con gran número de judíos), jóvenes y viejos, pobres y ricos, poetas y mendigos, profesores y estudiantes, doctores y rabinos, mujeres, hombres y niños.

Entre marzo de 1942 y abril de 1944 estos trenes se detuvieron en el apartadero de la estación de mercancías de Oswiezim. Aunque algunos de sus ocupantes tenían como destino el recinto principal, la mayoría acabó en el de Auschwitz-Birkenau, que no dejaba de crecer. Llegado el mes de mayo de 1944, los trenes pudieron entrar directamente a este último campo gracias a un nuevo ramal.

Tras abrir las puertas de los vagones, los Kapos (prisioneros funcionarios) sacaban a los pasajeros sin miramientos. El equipaje, conformado por enseres domésticos, ropa y baratijas debía quedar en el andén. Durante el viaje, parientes y amigos seguían estando en compañía, pero al llegar a esta Rompe (andén) los lazos más profundos se deshacían de forma metódica.


                                        


La vida en el campo de concentración

Las condiciones de vida que se daban en Auschwitz fueron atroces desde el principio, y lo siguieron siendo durante toda la historia del recinto principal, el de Auschwitz-Birkenau y el de sus campos satélites. De las 400.000 personas que entraron en alguno de ellos en calidad de prisioneros registrados, la mitad murió víctima del hambre, el frío, las enfermedades, las palizas o los castigos colectivos, cuando no asesinada con inyecciones de fenol o con gas de cianuro.

Los procesos de selección que se acometían de manera regular en el recinto determinaban qué reclusos habían dejado de ser productivos y debían, por lo tanto, ser asesinados. Entre estos se encontraban todos aquellos a los que sus propios compañeros denominaban Muselmünner (que suele traducirse como «musulmanes»). Se trataba de personas demacradas en extremo, enfermas y resignadas que habían visto su identidad totalmente destruida por los numerosos procesos destinados a borrar la individualidad que ponía en marcha el campo de concentración: separar-los de sus seres queridos, desnudarlos, asignarles un número y tatuarlos con él..., y hacerles sentir los efectos del hambre, el frío, la enfermedad y la violencia física.



IV - DESPUÉS DE AUSCHWITZ

“Las víctimas no fueron todas judías, pero todos los judíos fueron víctimas. El sufrimiento no confiere privilegio alguno: todo depende de lo que haga uno con él. Por eso los supervivientes han intentado enseñar a sus contemporáneos cómo construir sobre ruinas, cómo inventar la esperanza en un mundo que no ofrece ninguna, cómo proclamar la fe ante una generación que la ha visto avergonzada y mutilada, y creo, creemos, que la respuesta, tal vez la única posible, está en la memoria.”

Ehe Wiesel, superviviente de Auschwitz (1985) Discurso de Ehe Wiesel al recibir lo Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos (1985)




Los supervivientes

Si Auschwitz es, de todos los campos de concentración alemanes, el que provocó un mayor número de muertos (1.100.000), tampoco hubo ninguno que lo superase en supervivientes. Antes de que acabase la guerra se enviaron de sus recintos a otros campos 200.000 prisioneros aproximadamente, a los que hay que sumar los 7.000 que fue-ron liberados en enero de 1945.


Si bien hubo un número significativo de estos —sobre todo entre los supervivientes no judíos procedentes de Polonia— que regresó a su lugar de origen, y en tanto que los pocos romaníes que habían vivido para contarlo se vie-ron obligados a vivir una vez más en los márgenes de la sociedad, muchos judíos pudieron comprobar que no tenían ya hogar alguno al que regresar. Tras un período en los centros de evacuados de Alemania (llamados también «campos de desplazados»), no fueron pocos los que acaba-ron en ultramar: en Israel, América, Sudáfrica o Australia. Todos llevaron con ellos la historia de Auschwitz. 


                                        


Fuente: Catálogo 'Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos.', 2017






IMÁGENES DE LA PRESENTACIÓN:


                                        


OTRAS IMÁGENES:


                                        

                                        


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