CRISTO YACENTE
Gregorio Fernández | 1627 | MNE | Valladolid
Este Cristo yacente datado en 1627 es una de las obras más importantes del escultor Gregorio Fernández (1576-1636). Fue tallado en madera policromada y contiene añadidos de asta, cristal, corcho, cuero y lacre. Sus dimensiones son de 43 centimetros de alto por 190 de largo y 73 de ancho y procede de la Iglesia de la Casa Profesa de Jesuitas, en Madrid. Actualmente se exhibe en la sala 15 del MNE de Valladolid.
Gregorio Fernández hizo todo un
alarde en el estudio anatómico de este Jesús, en su cuerpo modélico, yacente,
exhausto por los sufrimientos y con el rostro afilado por el dolor y la muerte.
La escultura aúna sabiamente talla cuidada, policromía y postizos —dientes de
marfil, ojos de cristal, pestañas de pelo, corcho en las heridas, uñas de
asta—, y busca convencer religiosamente a través de un conseguido esfuerzo
realista.
El artista parece captar y
mostrar el desnudo humano para convertirlo en divino. Si bien la figura permite
su contemplación desde todos los puntos de vista, hay uno que ofrece la visión
más completa: el lado derecho, donde está la herida del costado, hacia donde
vuelve la cabeza y se eleva la pierna izquierda, ofreciendo su desnudez. Pertenece
a la serie más amplia del escultor, pues se conservan quince ejemplares que le
son atribuidos, de los cuales, el del convento de los capuchinos del Pardo, el
de San Plácido de Madrid y el de la catedral de Segovia se consideran sus
mejores creaciones.
LA MIRADA DE LA AGONÍA
“Al llegar los escultores genios
de España, con más pensamientos y más idealidad, hicieron sus Calvarios
poniendo su alma en la ejecución de los ojos. Y Mora y Fernández y Juni y el
Montañés, y Saltillo y Siloé, y Mena y Roldán, etcétera, etc., supieron decir
con dulzura dramática los ojos de Jesús... y los pusieron entornados, escalofriantes
como Mora; o mirando al suelo con vidriosa convulsión como Mena; o hacia arriba
llamando a la eternidad como el Montañés, o desencajados en su moribundez
verdosa como Siloé. Ya estos supieron que, aunque en el cuerpo una contorsión
diga mucho, dicen mucho más unos ojos en la agonía. Y pusieron en los ojos todo
el sufrimiento de aquel cuerpo ideal... Pero en todos los crucificados hay ese
algo de abandono a lo irremediable expresado en la colocación de las cabezas
inclinadas, impregnadas de esa invisible blancura crepuscular que da la muerte,
porque la muerte es siempre mística.”
Federico García Lorca,
los Cristos, 1918
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1 comentarios :
su disparate de pagina no deja hacer copy and paste arreglen eso
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