viernes, 19 de enero de 2018

Exposiciones | Alphonse Mucha en el Palacio de Gaviria | Madrid






EXPOSICIONES

ALPHONSE MUCHA

Palacio de Gaviria (Madrid)




Se trata de una amplia retrospectiva de más de 200 obras, organizada y producida por Arthemisia en colaboración con la Fundación Mucha y comisariada por Tomoko Sato, comisaria de la Fundación Mucha desde 2007. La exposición destaca seis facetas de la personalidad de Mucha: Bohemio, retratista, cosmopolita, místico, patriota y filósofo. A través de estos rasgos la exposición se enfoca en el desarrollo de su carrera artística y en su formación humanística, viviendo en una de las etapas más turbulentas de la historia de Europa.

Entre las piezas que componen la muestra, el público encontrará pinturas como Autorretrato (1899), carteles como el póster para Gismonda (1894) o el de Sarah Bernhardt como La Princesse Lointaine (1896). Asimismo podrá verse Francia abraza a Bohemia, pieza especialmente representativa dado que en 2018, cuando la exposición acabe, será el centenario de la fundación de Checoslovaquia y de la creación de esta pieza. Este cuadro muestra el espíritu de libertad, representado por la figura de Francia dando el beso de la libertad a Bohemia, que ha estado sufriendo la represión del imperio Austrohúngaro.

La amplia selección es fruto del préstamo de la Fundación Mucha, que trabaja desde hace años para ampliar el conocimiento de este artista en todo el mundo. Esto hará posible ver en Madrid una exposición monográfica que reconstruye por completo la trayectoria figurativa y humana de Mucha. En ella estarán todos los elementos clave de la vida y el trabajo del artista: su identidad cultural como checo y eslavo, además del amor por la familia y por su tierra de origen.

Imágenes de mujeres seductoras -inmortalizadas por su trazo ligero-, combinadas con maquetas y diseños tipográficos innovadores, hacen brotar la originalísima obra de Alphonse Mucha. La muestra será, por tanto, un extraordinario retrato de este gran creador checo, reconocido en la historia del arte por haber ideado el estilo que se extendería después por todo el mundo bajo el nombre de Art Nouveau o Stile Liberty.




La exposición

Hoy día, Alphonse Mucha está considerado uno de los artistas checos más famosos del mundo. Nacido en 1860 en la pequeña ciudad morava de Ivanóice, alcanzó fama internacional en el París fin de siécle (finales del siglo XIX) gracias a sus carteles para los espectáculos teatrales de Sarah Bernhardt, la actriz francesa más popular de la época, así como a los paneles decorativos que representaban a mujeres en posturas airosas.

Para sus carteles, Mucha desarrolló un estilo particular, caracterizado por composiciones armoniosas, formas sinuosas, líneas orgánicas y paletas de colores tenues. El «estilo Mucha» no tardó en convertirse en sinónimo de Art Nouveau, tendencia decorativa que definiría toda una época. Cuando en 1900 se inauguró la Exposición Universal de París el artista checo ya estaba considerado una de las figuras destacadas de ese nuevo movimiento artístico. En 1904 visitó por primera vez Estados Unidos, donde le recibieron como a un héroe: la prensa le definió como «el mejor artista decorativo del mundo» y le convirtió en uno de los primeros de su campo en alcanzar la fama tanto en Europa como en Estados Unidos.

Aunque es conocido principalmente por los carteles que realizó durante su periodo parisino, Mucha hizo gala de una versatilidad extraordinaria; y es que, además de las actividades de pintor, escultor, fotógrafo y diseñador con una amplia gama de soportes, también fue un profesor de arte particularmente brillante y un pensador político. Era un firme defensor de la independencia de su patria del Imperio de los Habsburgo y supo expresar con fuerza el sueño de la unidad de los pueblos eslavos, escogiéndolo como tema de las obras de su último periodo artístico, en particular para el ciclo de veinte cuadros históricos monumentales titulado Epopeya eslava (1911-1926).

La exposición en el Palacio de Gaviria analiza el desarrollo de la carrera de Mucha y las metas de un artista poliédrico y visionario a través de casi doscientas obras pertenecientes a la Mucha Trust Collection. El espacio expositivo está dividido en seis secciones que pretenden mostrar los diferentes aspectos de la personalidad del artista checo: bohemio, creador de imágenes para el gran público, cosmopolita, místico, patriota y filósofo.


                                        


SECCIÓN 1 Un bohemio en París

El artista tiene que ser siempre fiel a sí mismo y a sus raíces nacionales.

Alphonse Mucha

Mucha, nacido en los años de máxima difusión del movimiento de resurgimiento nacional checo, fue un firme defensor del proyecto de una Checoslovaquia independiente. En Ivanóice, su ciudad natal, el adolescente Mucha puso su talento artístico al servicio de la causa política, ilustrando el diario satírico local y decorando los auditorios. El patriotismo fue la fuerza espiritual natural que marcó toda la vida y la producción artística del pintor checo. A finales de la década de 1880, mientras estudiaba arte en Múnich y París, Mucha se convirtió en una figura destacada de las comunidades checas y eslavas de dichas ciudades. La conciencia nacionalista encontró la forma de emerger a través de los temas recurrentes de su arte: identidad checa, paneslavismo y amor por la patria y la familia.

Mucha llegó a París en otoño de 1887. A la sazón, la capital francesa se encontraba en pleno boom económico, y el optimismo y bienestar propios de la situación favorecían el desarrollo de las artes. Los estudiantes y artistas llegaban en tropel desde todos los rincones del mundo para instalarse en la capital mundial del arte, dando vida a un gran número de comunidades étnicas. Mucha no fue una excepción: organizó casi de inmediato un club para estudiantes eslavos (Lada) y, acto seguido, pasó a formar parte de la comunidad checa (Beseda), de la que luego sería presidente.

Gracias al apoyo económico del conde Eduard Khuen-Belasi (1847-1896), el pintor recibió dos años de formación artística en París, primero en la Académie Julian y luego en la Académie Colarossi. Sin embargo, cuando en 1889 el conde repentinamente dejó de pagarle el subsidio y Mucha se vio obligado a convertirse en un artista por encargo, trabajando como ilustrador de libros y revistas. En su primera etapa parisina vivió en una pequeña habitación del número 13 de la rue de la Grande-Chaumiére, encima de la Crémerie de Madame Charlotte Caron, de la que se hizo cliente habitual. La Crémerie, famoso punto de encuentro de artistas que vivían con estrecheces, permitió al pintor checo entrar en contacto con otros colegas —como Paul Gauguin (1848-1903) y el autor sueco August Strindberg (1849-1912)— que, al igual que él, pasaban por un periodo difícil de su carrera. Sin embargo, en la Nochevieja de 1895, cuando el primer cartel de Mucha (Gismonda) invadió las calles de París, la vida del artista cambió radicalmente.

Esta sección empieza recorriendo los inicios del Mucha bohemio, en los márgenes de la sociedad francesa (nótese que la palabra «bohemio» también designa al oriundo de la región de Bohemia), y luego analiza el éxito que obtuvo con el cartel Gismonda, que pintó para Sarah Bernhardt (1844-1923). Además de la serie de carteles realizados por Mucha para ella, y de otros trabajos relacionados con la «divina» actriz, la exposición presenta ilustraciones y algunos de los primeros dibujos del artista, con el objetivo de mostrar su sólida formación académica.


                                        


SECCIÓN 2 Un creador de imágenes para el gran público

Prefiero crear imágenes para la gente a producir arte como un fin en sí mismo.

Alphonse Mucha

En la década de 1890, los carteles habían adoptado un papel central en la cultura visual de la capital francesa. El desarrollo de la litografía a color y la creciente demanda de imágenes publicitarias en la cultura comercial de la belle époque ofrecían a los artistas la posibilidad de aventurarse con esa nueva forma de arte. Los carteles transformaron las calles de París en espacios expositivos a cielo abierto, y el primer y revolucionario cartel de Mucha para Sarah Bernhardt —con sus colores pastel, sus enigmáticos motivos bizantinos, el formato y la composición completamente originales— supuso una bocanada de aire fresco en el panorama artístico parisino.

Tras el éxito obtenido con Gismonda, Mucha empezó a recibir encargos para la producción de carteles publicitarios por parte de un gran número de impresores. En 1896 firmó un contrato exclusivo con el francés F. Champenois, que le garantizó un salario mensual. En verano de 1896, esa nueva seguridad económica permitió a Mucha mudarse a un apartamento más grande, con estudio, en la rue du Val-de-Gráce.

Durante su colaboración con Champenois, Mucha no creó solo carteles publicitarios, sino que también pintó paneles decorativos revolucionarios: carteles sin texto, realizados con fines exclusivamente artísticos o para decorar interiores. Se trataba de una nueva forma de arte, económica y accesible para todos, que contrastaba claramente con las obras tradicionales que podían comprar unos pocos privilegiados. En los años sucesivos, los carteles de Mucha empezaron a circular por Europa, y el estilo que los caracterizaba pasó a conocerse como «estilo Mucha», convirtiéndose en sinónimo del incipiente Art Nouveau.

Esta sección profundiza el enfoque muchiano de la producción de carteles y la creación del característico «estilo Mucha», mediante ejemplos de arte publicitario y paneles decorativos del artista checo. Además, la sección también presenta los Documents décoratifs (1902): una guía de diseño «lista para su uso» destinada a los artesanos, con la intención de «contribuir a transmitir los valores estéticos a la producción artística y artesanal».


                                        


SECCIÓN 3 Un cosmopolita

Mi arte, si se puede llamar así, se cristalizó. Se puso de moda. Se difundió por las fábricas y los talleres con el nombre de «estilo Mucha».

Alphonse Mucha

En los últimos cinco años del siglo XIX, la fama de Mucha creció junto con la del Art Nouveau, que ya había empezado a difundirse por las principales ciudades europeas. En 1900, el pintor checo se consideraba un maestro en el arte del cartel, género muy practicado por los exponentes del nuevo estilo, y uno de los diseñadores más buscados y copiados de toda París.

Por su importante papel en el mundo del arte internacional, Mucha se vio implicado en una gran variedad de muestras y proyectos para la Exposición Universal de París de 1900. Durante «el evento más importante del siglo», el artista se ocupó también de la decoración del pabellón de Bosnia-Herzegovina por encargo del Imperio austrohúngaro.

Bosnia-Herzegovina se había anexionado en 1878, y el pabellón era particularmente importante porque tenía que ser una plataforma política del imperio. Como reconocimiento por su contribución, tras la Exposición Universal, Mucha recibió la insignia de la Orden Imperial de Francisco José I. Sin embargo, el artista se sentía profundamente atribulado por una situación que, ironías de la vida, le hacía trabajar para el imperio mientras los pueblos eslavos, incluido el bosnio, sufrían bajo dominio austriaco. Esa experiencia sembró en Mucha la idea de realizar una obra épica que representase las alegrías y el dolor de todos los pueblos eslavos, subrayando al mismo tiempo lo que los unía y su lucha contra la opresión.


                                        


Entre 1904 y 1909, Mucha viajó cinco veces a Estados Unidos con la esperanza de reunir los fondos necesarios para la producción de su futura Epopeya eslava. La búsqueda concluyó en 1909, cuando un empresario de Chicago, Charles Richard Crane (1858-1939), aceptó financiar el proyecto.

Esta sección documenta el auge a la fama de Alphonse Mucha con la Exposición Universal de 1900 de fondo, mediante una serie de obras vinculadas con el evento parisino. La sección también presenta las obras del periodo estadounidense de Mucha, prestando particular atención a las que revelan la relación del artista con el mundo del teatro, como las decoraciones para el German Theatre de Nueva York y los carteles para la actriz Maude Adams (1872-1953).




SECCIÓN 4 El místico

El arte es la expresión de los sentimientos más íntimos... una necesidad espiritual.

Alphonse Mucha

A finales del otoño de 1894, Mucha conoció a August Strindberg, amigo de Gauguin y nuevo miembro de la colonia bohemia de Madame Charlotte. Strindberg era un místico con una pasión profunda por el ocultismo, rama de la teosofía que busca la verdad espiritual trascendiendo el mundo visible y material. Mucha y Strindberg no tardaron en convertirse en compañeros de debates filosóficos, y durante esa amistad el artista checo se vio profundamente influenciado por el concepto de «fuerzas misteriosas» que guían la vida del ser humano. El discurso de Strindberg será la base de la idea muchiana de «poderes invisibles», que en las obras del pintor checo se puede identificar en el motivo recurrente de una figura misteriosa detrás del tema central.

El 25 de enero de 1898, Mucha se unió a la logia parisina del Gran Oriente de Francia —la orden masónica más antigua e influyente de la Europa continental—, que fomentaba el «desarrollo del género humano» y la «conciencia de la libertad». La pertenencia de Mucha a la masonería era una consecuencia de su espiritualismo y, a través de ese recorrido espiritual, el pintor llegó a concebir las tres virtudes fundamentales de la humanidad —belleza, verdad y amor—, convenciéndose de que la divulgación de este mensaje a través del arte contribuiría a mejorar el mundo y favorecer la evolución del ser humano. Mucha siguió practicando la masonería toda su vida; en 1918, tras la creación de Checoslovaquia, el artista trabajó duramente para el restablecimiento de la masonería checa — prohibida en 1794 por orden de los Habsburgo— y, en 1923, fue elegido Soberano Gran Comendador de los masones checos. Realizó diferentes obras para las logias masónicas, entre ellas joyas, cartas patentes y cálices ceremoniales.

Esta sección analiza las influencias del espiritualismo y la filosofía masónica en las obras de Mucha, particularmente manifiestas en su libro ilustrado Le Pater. Publicada en 1899, esta obra representaba un mensaje sobre la evolución del ser humano —la forma en que el ser humano puede alcanzar la Verdad universal— que el artista dirigía a las generaciones futuras, a través de las palabras del padrenuestro y las ilustraciones inspiradas en el simbolismo masónico. En esta sección, además, se muestran los pasteles expresionistas del artista, inéditos hasta su muerte.


                                        


SECCIÓN 5 El patriota

La misión del arte es expresar los valores estéticos de cada país siguiendo la belleza de su espíritu. La misión del artista es enseñar a la gente a amar dicha belleza.

Alphonse Mucha

En 1910, Mucha volvió a casa para llevar a cabo su proyecto histórico: poner el arte al servicio de su país y del pueblo eslavo, en especial mediante la creación de la obra Epopeya eslava. Cuando obtuvo la financiación de Charles Richard Crane, el artista se dedicó en cuerpo y alma a la consecución de su objetivo. En 1911, tras concluir la decoración para la sala del alcalde en el ayuntamiento de Praga (Obecní Düm), Mucha se mudó al castillo de Zbiroh, en Bohemia occidental, para poder dedicarse por completo a su Epopeya.

Esta obra, sobre la que Mucha había empezado a reflexionar en el París fin de siécle, se estaba convirtiendo en un monumento a la unidad eslava; un hogar espiritual para todos los compatriotas del artista y una admonición para las generaciones futuras. Por ese motivo, Mucha seleccionó los veinte episodios históricos que, en su opinión, más habían influido en el desarrollo de la civilización eslava. Los episodios elegidos abarcan una amplia gama de temas (política, guerra, religión, filosofía y cultura); una mitad está sacada de la historia checa, y la otra refleja escenas históricas de las naciones eslavas precedentes. En su preparación para el ambicioso proyecto, Mucha no se limitó a leer un gran número de libros históricos —entre ellos los de Frantiek Palack (1798-1876), figura de relieve en el resurgimiento nacional checo— y a consultar a expertos contemporáneos de historia eslava, sino que también realizó diferentes viajes de investigación (por Croacia, Serbia, Bulgaria, Montenegro, Polonia, Rusia y Grecia), durante los que dibujaba, fotografiaba y analizaba los hábitos y costumbres locales.

Esta sección presenta el aspecto patriótico de Mucha a través de las obras realizadas para su país, antes y después de la independencia. La exposición presenta un estudio para la pintura del techo de la sala del alcalde en el ayuntamiento de Praga (Obecní Düm), así como una doble proyección de diapositivas de las veinte pinturas monumentales del ciclo Epopeya eslava. También se muestran los carteles de temática checa y los primeros sellos postales y billetes que Mucha diseñó para su nueva nación, la República de Checoslovaquia, creada en 1918 tras la desintegración del Imperio Austro-Húngaro.


                                        


SECCIÓN 6 El artista-filósofo

El objetivo de mi trabajo nunca ha sido destruir, sino construir, unir. Tenemos que confiar en que la humanidad se acerque entre sí, pues todo será más fácil cuanto más capaces seamos de entendernos.

Alphonse Mucha

Además de aspirar a la unión espiritual de sus compañeros eslavos a través de la Epopeya, Mucha también estaba convencido de que la fuerza inspiradora del arte contribuiría a unir a todos los pueblos en aras del progreso de la humanidad. Para el pintor checo, el arte se había convertido en un instrumento para la difusión de ideas filosóficas, sobre todo las que buscaban conservar la paz para las generaciones futuras y la hermandad universal entre las personas.

Sin embargo, la paz europea tendría una vida breve: las disputas territoriales entre las naciones eslavas recién independizadas no se habían resuelto como es debido en el Tratado de Versalles, y en 1933 Adolf Hitler (1889-1945) se convirtió en canciller de Alemania. En 1938, diez años después de donar la Epopeya eslava a la ciudad de Praga, Mucha vio cómo Checoslovaquia perdía zonas significativas de sus regiones fronterizas con Alemania, Polonia y Hungría, y cómo el 15 de marzo de 1939 las tropas alemanas marcharon sobre Praga. Apenas veinte años después, la independencia de la patria de Mucha era historia, y el artista fue uno de los primeros arrestados por la Gestapo por su condición de ciudadano ilustre y masón. Con el corazón hecho añicos y los pulmones dañados, Mucha murió en Praga el 14 de julio de 1939, diez días antes de cumplir setenta y nueve años.

Al describir a Mucha como un filósofo, esta sección analiza las obras que expresan los intereses humanistas del artista, junto a su reacción ante la amenaza de la guerra en un mundo que cambiaba a pasos agigantados. La exposición se cierra con el último proyecto de Alphonse Mucha: el tríptico La edad de la razón, La edad de la sabiduría, La edad del amor, concebido como un monumento a toda la humanidad.


                                        


La intención del artista era que, en ese trabajo iniciado en 1936, cuando la terrible hipótesis de una guerra era cada vez más concreta, apareciesen la razón, la sabiduría y el amor como los tres principios clave de la humanidad, cuya armoniosa combinación propiciaría el progreso del ser humano. Aunque Mucha no pudo concluir el proyecto, los estudios realizados para ese tríptico aún logran transmitir su mensaje de paz universal.





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