EXPOSICIONES
ALPHONSE MUCHA
Palacio de Gaviria (Madrid)
Se trata de una amplia
retrospectiva de más de 200 obras, organizada y producida por Arthemisia en
colaboración con la Fundación Mucha y comisariada por Tomoko Sato, comisaria de
la Fundación Mucha desde 2007. La exposición destaca seis facetas de la
personalidad de Mucha: Bohemio, retratista, cosmopolita, místico, patriota y
filósofo. A través de estos rasgos la exposición se enfoca en el desarrollo de
su carrera artística y en su formación humanística, viviendo en una de las
etapas más turbulentas de la historia de Europa.
Entre las piezas que componen la
muestra, el público encontrará pinturas como Autorretrato (1899), carteles como
el póster para Gismonda (1894) o el de Sarah Bernhardt como La Princesse
Lointaine (1896). Asimismo podrá verse Francia abraza a Bohemia, pieza
especialmente representativa dado que en 2018, cuando la exposición acabe, será
el centenario de la fundación de Checoslovaquia y de la creación de esta pieza.
Este cuadro muestra el espíritu de libertad, representado por la figura de
Francia dando el beso de la libertad a Bohemia, que ha estado sufriendo la
represión del imperio Austrohúngaro.
La amplia selección es fruto del
préstamo de la Fundación Mucha, que trabaja desde hace años para ampliar el
conocimiento de este artista en todo el mundo. Esto hará posible ver en Madrid
una exposición monográfica que reconstruye por completo la trayectoria
figurativa y humana de Mucha. En ella estarán todos los elementos clave de la
vida y el trabajo del artista: su identidad cultural como checo y eslavo,
además del amor por la familia y por su tierra de origen.
Imágenes de mujeres seductoras
-inmortalizadas por su trazo ligero-, combinadas con maquetas y diseños tipográficos
innovadores, hacen brotar la originalísima obra de Alphonse Mucha. La muestra
será, por tanto, un extraordinario retrato de este gran creador checo,
reconocido en la historia del arte por haber ideado el estilo que se extendería
después por todo el mundo bajo el nombre de Art Nouveau o Stile Liberty.
La exposición
Hoy día, Alphonse Mucha está
considerado uno de los artistas checos más famosos del mundo. Nacido en 1860 en
la pequeña ciudad morava de Ivanóice, alcanzó fama internacional en el París
fin de siécle (finales del siglo XIX) gracias a sus carteles para los
espectáculos teatrales de Sarah Bernhardt, la actriz francesa más popular de la
época, así como a los paneles decorativos que representaban a mujeres en
posturas airosas.
Para sus carteles, Mucha
desarrolló un estilo particular, caracterizado por composiciones armoniosas,
formas sinuosas, líneas orgánicas y paletas de colores tenues. El «estilo
Mucha» no tardó en convertirse en sinónimo de Art Nouveau, tendencia decorativa
que definiría toda una época. Cuando en 1900 se inauguró la Exposición
Universal de París el artista checo ya estaba considerado una de las figuras
destacadas de ese nuevo movimiento artístico. En 1904 visitó por primera vez
Estados Unidos, donde le recibieron como a un héroe: la prensa le definió como
«el mejor artista decorativo del mundo» y le convirtió en uno de los primeros
de su campo en alcanzar la fama tanto en Europa como en Estados Unidos.
Aunque es conocido principalmente
por los carteles que realizó durante su periodo parisino, Mucha hizo gala de
una versatilidad extraordinaria; y es que, además de las actividades de pintor,
escultor, fotógrafo y diseñador con una amplia gama de soportes, también fue un
profesor de arte particularmente brillante y un pensador político. Era un firme
defensor de la independencia de su patria del Imperio de los Habsburgo y supo
expresar con fuerza el sueño de la unidad de los pueblos eslavos, escogiéndolo
como tema de las obras de su último periodo artístico, en particular para el
ciclo de veinte cuadros históricos monumentales titulado Epopeya eslava
(1911-1926).
La exposición en el Palacio de
Gaviria analiza el desarrollo de la carrera de Mucha y las metas de un artista
poliédrico y visionario a través de casi doscientas obras pertenecientes a la
Mucha Trust Collection. El espacio expositivo está dividido en seis secciones
que pretenden mostrar los diferentes aspectos de la personalidad del artista
checo: bohemio, creador de imágenes para el gran público, cosmopolita, místico,
patriota y filósofo.
SECCIÓN 1 Un bohemio en París
El artista tiene que ser siempre fiel a sí mismo y a sus raíces
nacionales.
Alphonse Mucha
Mucha, nacido en los años de
máxima difusión del movimiento de resurgimiento nacional checo, fue un firme defensor
del proyecto de una Checoslovaquia independiente. En Ivanóice, su ciudad natal,
el adolescente Mucha puso su talento artístico al servicio de la causa
política, ilustrando el diario satírico local y decorando los auditorios. El
patriotismo fue la fuerza espiritual natural que marcó toda la vida y la
producción artística del pintor checo. A finales de la década de 1880, mientras
estudiaba arte en Múnich y París, Mucha se convirtió en una figura destacada de
las comunidades checas y eslavas de dichas ciudades. La conciencia nacionalista
encontró la forma de emerger a través de los temas recurrentes de su arte:
identidad checa, paneslavismo y amor por la patria y la familia.
Mucha llegó a París en otoño de
1887. A la sazón, la capital francesa se encontraba en pleno boom económico, y
el optimismo y bienestar propios de la situación favorecían el desarrollo de
las artes. Los estudiantes y artistas llegaban en tropel desde todos los
rincones del mundo para instalarse en la capital mundial del arte, dando vida a
un gran número de comunidades étnicas. Mucha no fue una excepción: organizó
casi de inmediato un club para estudiantes eslavos (Lada) y, acto seguido, pasó
a formar parte de la comunidad checa (Beseda), de la que luego sería
presidente.
Gracias al apoyo económico del
conde Eduard Khuen-Belasi (1847-1896), el pintor recibió dos años de formación
artística en París, primero en la Académie Julian y luego en la Académie
Colarossi. Sin embargo, cuando en 1889 el conde repentinamente dejó de pagarle
el subsidio y Mucha se vio obligado a convertirse en un artista por encargo,
trabajando como ilustrador de libros y revistas. En su primera etapa parisina
vivió en una pequeña habitación del número 13 de la rue de la Grande-Chaumiére,
encima de la Crémerie de Madame Charlotte Caron, de la que se hizo cliente
habitual. La Crémerie, famoso punto de encuentro de artistas que vivían con
estrecheces, permitió al pintor checo entrar en contacto con otros colegas
—como Paul Gauguin (1848-1903) y el autor sueco August Strindberg (1849-1912)—
que, al igual que él, pasaban por un periodo difícil de su carrera. Sin
embargo, en la Nochevieja de 1895, cuando el primer cartel de Mucha (Gismonda)
invadió las calles de París, la vida del artista cambió radicalmente.
Esta sección empieza recorriendo
los inicios del Mucha bohemio, en los márgenes de la sociedad francesa (nótese
que la palabra «bohemio» también designa al oriundo de la región de Bohemia), y
luego analiza el éxito que obtuvo con el cartel Gismonda, que pintó para Sarah
Bernhardt (1844-1923). Además de la serie de carteles realizados por Mucha para
ella, y de otros trabajos relacionados con la «divina» actriz, la exposición
presenta ilustraciones y algunos de los primeros dibujos del artista, con el
objetivo de mostrar su sólida formación académica.
SECCIÓN 2 Un creador de imágenes para el gran público
Prefiero crear imágenes para la gente a producir arte como un fin en sí
mismo.
Alphonse Mucha
En la década de 1890, los
carteles habían adoptado un papel central en la cultura visual de la capital
francesa. El desarrollo de la litografía a color y la creciente demanda de
imágenes publicitarias en la cultura comercial de la belle époque ofrecían a
los artistas la posibilidad de aventurarse con esa nueva forma de arte. Los
carteles transformaron las calles de París en espacios expositivos a cielo
abierto, y el primer y revolucionario cartel de Mucha para Sarah Bernhardt —con
sus colores pastel, sus enigmáticos motivos bizantinos, el formato y la
composición completamente originales— supuso una bocanada de aire fresco en el
panorama artístico parisino.
Tras el éxito obtenido con
Gismonda, Mucha empezó a recibir encargos para la producción de carteles
publicitarios por parte de un gran número de impresores. En 1896 firmó un
contrato exclusivo con el francés F. Champenois, que le garantizó un salario
mensual. En verano de 1896, esa nueva seguridad económica permitió a Mucha
mudarse a un apartamento más grande, con estudio, en la rue du Val-de-Gráce.
Durante su colaboración con
Champenois, Mucha no creó solo carteles publicitarios, sino que también pintó
paneles decorativos revolucionarios: carteles sin texto, realizados con fines
exclusivamente artísticos o para decorar interiores. Se trataba de una nueva
forma de arte, económica y accesible para todos, que contrastaba claramente con
las obras tradicionales que podían comprar unos pocos privilegiados. En los
años sucesivos, los carteles de Mucha empezaron a circular por Europa, y el
estilo que los caracterizaba pasó a conocerse como «estilo Mucha»,
convirtiéndose en sinónimo del incipiente Art Nouveau.
Esta sección profundiza el
enfoque muchiano de la producción de carteles y la creación del característico
«estilo Mucha», mediante ejemplos de arte publicitario y paneles decorativos
del artista checo. Además, la sección también presenta los Documents décoratifs
(1902): una guía de diseño «lista para su uso» destinada a los artesanos, con
la intención de «contribuir a transmitir los valores estéticos a la producción
artística y artesanal».
SECCIÓN 3 Un cosmopolita
Mi arte, si se puede llamar así, se cristalizó. Se puso de moda. Se
difundió por las fábricas y los talleres con el nombre de «estilo Mucha».
Alphonse Mucha
En los últimos cinco años del
siglo XIX, la fama de Mucha creció junto con la del Art Nouveau, que ya había
empezado a difundirse por las principales ciudades europeas. En 1900, el pintor
checo se consideraba un maestro en el arte del cartel, género muy practicado
por los exponentes del nuevo estilo, y uno de los diseñadores más buscados y
copiados de toda París.
Por su importante papel en el
mundo del arte internacional, Mucha se vio implicado en una gran variedad de
muestras y proyectos para la Exposición Universal de París de 1900. Durante «el
evento más importante del siglo», el artista se ocupó también de la decoración
del pabellón de Bosnia-Herzegovina por encargo del Imperio austrohúngaro.
Bosnia-Herzegovina se había
anexionado en 1878, y el pabellón era particularmente importante porque tenía
que ser una plataforma política del imperio. Como reconocimiento por su
contribución, tras la Exposición Universal, Mucha recibió la insignia de la
Orden Imperial de Francisco José I. Sin embargo, el artista se sentía
profundamente atribulado por una situación que, ironías de la vida, le hacía
trabajar para el imperio mientras los pueblos eslavos, incluido el bosnio,
sufrían bajo dominio austriaco. Esa experiencia sembró en Mucha la idea de
realizar una obra épica que representase las alegrías y el dolor de todos los
pueblos eslavos, subrayando al mismo tiempo lo que los unía y su lucha contra
la opresión.
Entre 1904 y 1909, Mucha viajó
cinco veces a Estados Unidos con la esperanza de reunir los fondos necesarios
para la producción de su futura Epopeya eslava. La búsqueda concluyó en 1909,
cuando un empresario de Chicago, Charles Richard Crane (1858-1939), aceptó
financiar el proyecto.
Esta sección documenta el auge a
la fama de Alphonse Mucha con la Exposición Universal de 1900 de fondo, mediante
una serie de obras vinculadas con el evento parisino. La sección también
presenta las obras del periodo estadounidense de Mucha, prestando particular
atención a las que revelan la relación del artista con el mundo del teatro,
como las decoraciones para el German Theatre de Nueva York y los carteles para
la actriz Maude Adams (1872-1953).
SECCIÓN 4 El místico
El arte es la expresión de los sentimientos más íntimos... una
necesidad espiritual.
Alphonse Mucha
A finales del otoño de 1894,
Mucha conoció a August Strindberg, amigo de Gauguin y nuevo miembro de la
colonia bohemia de Madame Charlotte. Strindberg era un místico con una pasión
profunda por el ocultismo, rama de la teosofía que busca la verdad espiritual
trascendiendo el mundo visible y material. Mucha y Strindberg no tardaron en
convertirse en compañeros de debates filosóficos, y durante esa amistad el
artista checo se vio profundamente influenciado por el concepto de «fuerzas
misteriosas» que guían la vida del ser humano. El discurso de Strindberg será
la base de la idea muchiana de «poderes invisibles», que en las obras del
pintor checo se puede identificar en el motivo recurrente de una figura
misteriosa detrás del tema central.
El 25 de enero de 1898, Mucha se
unió a la logia parisina del Gran Oriente de Francia —la orden masónica más
antigua e influyente de la Europa continental—, que fomentaba el «desarrollo
del género humano» y la «conciencia de la libertad». La pertenencia de Mucha a
la masonería era una consecuencia de su espiritualismo y, a través de ese
recorrido espiritual, el pintor llegó a concebir las tres virtudes
fundamentales de la humanidad —belleza, verdad y amor—, convenciéndose de que
la divulgación de este mensaje a través del arte contribuiría a mejorar el
mundo y favorecer la evolución del ser humano. Mucha siguió practicando la
masonería toda su vida; en 1918, tras la creación de Checoslovaquia, el artista
trabajó duramente para el restablecimiento de la masonería checa — prohibida en
1794 por orden de los Habsburgo— y, en 1923, fue elegido Soberano Gran
Comendador de los masones checos. Realizó diferentes obras para las logias
masónicas, entre ellas joyas, cartas patentes y cálices ceremoniales.
Esta sección analiza las
influencias del espiritualismo y la filosofía masónica en las obras de Mucha,
particularmente manifiestas en su libro ilustrado Le Pater. Publicada en 1899,
esta obra representaba un mensaje sobre la evolución del ser humano —la forma
en que el ser humano puede alcanzar la Verdad universal— que el artista dirigía
a las generaciones futuras, a través de las palabras del padrenuestro y las
ilustraciones inspiradas en el simbolismo masónico. En esta sección, además, se
muestran los pasteles expresionistas del artista, inéditos hasta su muerte.
SECCIÓN 5 El patriota
La misión del arte es expresar los valores estéticos de cada país
siguiendo la belleza de su espíritu. La misión del artista es enseñar a la
gente a amar dicha belleza.
Alphonse Mucha
En 1910, Mucha volvió a casa para
llevar a cabo su proyecto histórico: poner el arte al servicio de su país y del
pueblo eslavo, en especial mediante la creación de la obra Epopeya eslava.
Cuando obtuvo la financiación de Charles Richard Crane, el artista se dedicó en
cuerpo y alma a la consecución de su objetivo. En 1911, tras concluir la
decoración para la sala del alcalde en el ayuntamiento de Praga (Obecní Düm),
Mucha se mudó al castillo de Zbiroh, en Bohemia occidental, para poder
dedicarse por completo a su Epopeya.
Esta obra, sobre la que Mucha
había empezado a reflexionar en el París fin de siécle, se estaba convirtiendo
en un monumento a la unidad eslava; un hogar espiritual para todos los
compatriotas del artista y una admonición para las generaciones futuras. Por
ese motivo, Mucha seleccionó los veinte episodios históricos que, en su
opinión, más habían influido en el desarrollo de la civilización eslava. Los
episodios elegidos abarcan una amplia gama de temas (política, guerra,
religión, filosofía y cultura); una mitad está sacada de la historia checa, y
la otra refleja escenas históricas de las naciones eslavas precedentes. En su
preparación para el ambicioso proyecto, Mucha no se limitó a leer un gran
número de libros históricos —entre ellos los de Frantiek Palack (1798-1876),
figura de relieve en el resurgimiento nacional checo— y a consultar a expertos
contemporáneos de historia eslava, sino que también realizó diferentes viajes
de investigación (por Croacia, Serbia, Bulgaria, Montenegro, Polonia, Rusia y
Grecia), durante los que dibujaba, fotografiaba y analizaba los hábitos y
costumbres locales.
Esta sección presenta el aspecto
patriótico de Mucha a través de las obras realizadas para su país, antes y
después de la independencia. La exposición presenta un estudio para la pintura
del techo de la sala del alcalde en el ayuntamiento de Praga (Obecní Düm), así
como una doble proyección de diapositivas de las veinte pinturas monumentales
del ciclo Epopeya eslava. También se muestran los carteles de temática checa y
los primeros sellos postales y billetes que Mucha diseñó para su nueva nación,
la República de Checoslovaquia, creada en 1918 tras la desintegración del
Imperio Austro-Húngaro.
SECCIÓN 6 El artista-filósofo
El objetivo de mi trabajo nunca ha sido destruir, sino construir, unir.
Tenemos que confiar en que la humanidad se acerque entre sí, pues todo será más
fácil cuanto más capaces seamos de entendernos.
Alphonse Mucha
Además de aspirar a la unión
espiritual de sus compañeros eslavos a través de la Epopeya, Mucha también
estaba convencido de que la fuerza inspiradora del arte contribuiría a unir a
todos los pueblos en aras del progreso de la humanidad. Para el pintor checo,
el arte se había convertido en un instrumento para la difusión de ideas
filosóficas, sobre todo las que buscaban conservar la paz para las generaciones
futuras y la hermandad universal entre las personas.
Sin embargo, la paz europea
tendría una vida breve: las disputas territoriales entre las naciones eslavas
recién independizadas no se habían resuelto como es debido en el Tratado de Versalles,
y en 1933 Adolf Hitler (1889-1945) se convirtió en canciller de Alemania. En
1938, diez años después de donar la Epopeya eslava a la ciudad de Praga, Mucha
vio cómo Checoslovaquia perdía zonas significativas de sus regiones fronterizas
con Alemania, Polonia y Hungría, y cómo el 15 de marzo de 1939 las tropas
alemanas marcharon sobre Praga. Apenas veinte años después, la independencia de
la patria de Mucha era historia, y el artista fue uno de los primeros
arrestados por la Gestapo por su condición de ciudadano ilustre y masón. Con el
corazón hecho añicos y los pulmones dañados, Mucha murió en Praga el 14 de
julio de 1939, diez días antes de cumplir setenta y nueve años.
Al describir a Mucha como un
filósofo, esta sección analiza las obras que expresan los intereses humanistas
del artista, junto a su reacción ante la amenaza de la guerra en un mundo que
cambiaba a pasos agigantados. La exposición se cierra con el último proyecto de
Alphonse Mucha: el tríptico La edad de la razón, La edad de la sabiduría, La
edad del amor, concebido como un monumento a toda la humanidad.
La intención del artista era que, en ese trabajo iniciado en 1936, cuando la terrible hipótesis de una guerra era cada vez más concreta, apareciesen la razón, la sabiduría y el amor como los tres principios clave de la humanidad, cuya armoniosa combinación propiciaría el progreso del ser humano. Aunque Mucha no pudo concluir el proyecto, los estudios realizados para ese tríptico aún logran transmitir su mensaje de paz universal.
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