MUSEOS Y GALERÍAS DE ARTE
MUSEO DE ARTE AFRICANO ARELLANO ALONSO
VALLADOLID
La Fundación Alberto
Jiménez-Arellano Alonso de la Universidad de Valladolid es una institución sin
ánimo de lucro creada en el año 2004. Con
una finalidad puramente cultural, la fundación gestiona un patrimonio artístico
considerado de los mejores de Europa y que cuenta con una excepcional colección
de arte procedente de África subsahariana única en el mundo.
El museo Arellano Alonso se
encuentra ubicado en el Palacio de Santa Cruz de Valladolid, considerado el
primer edificio renacentista de España. La exposición, de carácter permanente, recorre tres de sus salas.
El Salón de Rectores y la Sala
Renacimiento acogen más de un centenar de esculturas en terracota; el conjunto
público más importante conocido en este material tanto por su calidad como por
su cantidad. En él están documentadas la práctica totalidad de las culturas que
trabajaron el barro cocido a lo largo de la historia del continente, como los
Nok, Ife, Edo, Djenné, Ségou o Jukun, entre otros.
En la Sala de San Ambrosio se
exhibe el 'Reino de Oku” (Camerún), compuesto por objetos rituales vinculados
al rey junto a impactantes máscaras de sociedades secretas tradicionales, cuyas actividades deben permanecer en el más
estricto misterio. La exposición se completa con la visita a la Galería
superior ubicada en esta misma sala, en la que se exponen utensilios etnográficos
de distintas procedencias.
Salón de Rectores
Esta sala ha sido concebida como
un espacio de introducción a la colección. Permite, en primer lugar, descubrir
cuáles son los materiales empleados en el arte africano que van más allá del
habitualmente conocido por la mayoría, la madera, vinculada a las célebres
máscaras.
A continuación se muestran
algunas de sus temáticas más relevantes, relacionadas con el culto a los
dioses, rituales funerarios o con el recuerdo a los antepasados. Todo ello
ejemplificado a través de un conjunto único de jinetes en terracota, así como
por diversas representaciones de animales, plenas de simbolismo y belleza.
Por último, en el espacio
"Miradas sobre África", se exponen con carácter temporal, algunas
otras piezas de la colección. De esta manera el montaje se renueva
periódicamente y se dan a conocer obras que de otra forma permanecerían ocultas
en el almacén de la Fundación.
Sala Renacimiento
Esta sala (que conserva los
artesonados originales del Colegio de Santa Cruz, fechados a finales del siglo
XV), alberga parte del conjunto de esculturas subsaharianas en terracota de la
Fundación. Se trata de una de las más importantes colecciones de carácter
público que existen actualmente en el mundo, destacando tanto por el número
como por la calidad de sus piezas.
Las figuras expuestas han sido
modeladas por las más significativas culturas asentadas en torno a las cuencas
de los ríos Níger y Congo. Allí vivieron y trabajaron desde el siglo V a.C.
hasta la actualidad. En ocasiones son pueblos que incluso ya han desaparecido,
pero cuya huella se percibe aún en las creaciones en terracota más recientes.
La escultura Nok (Nigeria) es la
más antigua de África, salvo la egipcia, datándose entre los siglos V a.C. y V
d.C. Se caracteriza por sus figuras humanas en barro cocido naturalistas y con
rasgos muy distintivos, como la ejecución del ojo de forma triangular y con una
perforación central. También destaca el detalle de sus elaborados peinados y la
riqueza de sus joyas.
lfe y el antiguo reino de Benin
(ambos en la actual Nigeria), son dos complejos culturales de gran relevancia
en la historia del arte africano y universal. A partir del siglo XII, mientras
Europa está sumida en la Edad Media, en ellos se desarrolla un arte refinado,
propio de un alto grado de organización social y diferente también al que se
estaba realizando en otras zonas de África occidental. Un arte cortesano,
destinado a glorificar a sus reyes y a recordar a sus ancestros mediante
retratos idealizados (en terracota o en metal) que los inmortalizan para
siempre bellos y jóvenes.
Djenné (Malí), rica
ciudad-mercado amurallada y conocida durante muchos siglos por ser cruce de
caminos de las caravanas del Sahara, dio nombre a una cultura caracterizada por
un conjunto de esculturas antropomorfas de terracota halladas en su recinto. Es
recurrente en ellas la posición arrodillada, sentada o en cuclillas de los
personajes, y el tema de la serpiente, bien como escultura individual enroscada
sobre sí misma, bien como motivo decorativo sobre los personajes. La presencia
de este reptil está relacionada con la leyenda de esta cultura que habla del
sacrificio ritual anual de una muchacha a la serpiente Bida para asegurar la fertilidad de los campos.
El pueblo lgbo se ubica en la
zona este de Nigeria. Las técnicas empleadas en sus creaciones sugieren que
esta sociedad había alcanzado un nivel de tecnología que rivalizaba o superaba
a los europeos contemporáneos. En la actual Nigeria, los Igbo son el segundo
grupo étnico en importancia y han mantenido hasta el siglo XX una tradición
cultural y una identidad política relevantes.
Los Jukun actuales, que se
asientan en una zona del valle del río Benue, son al parecer herederos
culturales de un poderoso imperio que dominó la zona desde el siglo XIV hasta
el XVII II. Son muy escasas las esculturas conocidas de esta región y de esta
época. Menos de una docena de ejemplares han aparecido desde mediados de la
década de los 80, siendo el conjunto expuesto en el Palacio de Santa Cruz, esta
pareja, el único conocido en el mundo como tal hasta el momento. Al parecer
representarían a los padres ancestrales de los que desciende la tribu y
formarían parte de los rituales de culto a los antepasados.
Sala de San Ambrosio
La incorporación más reciente a
las colecciones de la Fundación Arellano Alonso es el conjunto denominado
"Reino de Oku", territorio localizado al noroeste de la República de
Camerún, en la región de Grassland. Su peculiar orografía, de
elevadas montañas de origen volcánico, le ha mantenido en un cierto aislamiento
que ha permitido la persistencia de muchas de sus tradiciones y de una
estructura social casi feudal.
En la cima de ésta se encuentra
el Fon, el único que puede atravesar las puertas del palacio real, por ser
considerado un ser sagrado. Por la misma razón sólo él puede utilizar ciertos
objetos que simbolizan su poder: las denominadas regalías. Entre ellas se
encuentran las camas de jefatura, empleadas a modo de asiento durante su
entronización y otras ceremonias. Otro ejemplo es el trono real, denominado
Kabar, caracterizado por tener respaldo, reposabrazos y por su rica decoración
tallada.
En Oku todavía las Sociedades
Secretas tradicionales mantienen su relevancia en la sociedad. Frenan los
comportamientos que amenacen el bienestar general o atenten contra las
costumbres, preservando la paz de la comunidad. Los castigos son aplicados por sus
"máscaras': que tienen una carga mágica (denominada juju) que les da su poder y les dota de vida. Además se adornan con
fetiches que sirven para proteger de todo mal a los miembros de la Sociedad y a
la comunidad en general. Puede tratarse de conchas, osamentas, plumas,
figuritas talladas en madera o plumas, entre otros objetos. Cuanto más agresiva
es su danza y más repulsivo su aspecto, mayor será su poder.
Entre las Sociedades secretas más
importantes se encuentran las del Kwiffon,
la de los Príncipes, la de los médicos tradicionales o la de los soldados, cuya
sede es la Casa de la Guerra.
La exposición se completa con varios fetiches (de madera y de terracota) e instrumentos musicales. Estos últimos poseen también una carga mágica. Tal es el caso de los tambores, empleados para aniquilar a los enemigos, para transmitir noticias relevantes o durante las ceremonias funerarias. Todos estos objetos, al igual que los anteriores, es la primera vez que se exponen fuera de Oku.
En la parte superior de la Sala de San Ambrosio se sitúa la Galería etnográfica. En ella se exhibe un conjunto de objetos de distintos materiales y procedencias que ayudan a comprender mejor algunas de las costumbres y tradiciones de estos pueblos africanos. Por ejemplo, bobinas de telar, rallacocos, cubresexos, reposacabezas, muñecas de fertilidad, joyas, etc.
A través de estas piezas, datadas en el siglo XIX, se constata que en África utilidad y estética van siempre unidas. Los objetos son empleados en la vida cotidiana o en rituales, pero su ornamentación está muy cuidada, presentando bellos motivos geométricos, animales o vegetales, que ponen de relieve la habilidad y creatividad de los artesanos.
La obra destacada
Mami Wata. Cultura Ewe. Ghana. Siglo XX. Terracota
El mito de Mami Wata se extiende por una amplia zona del continente africano, los ewe y los adja entre ellos. De origen impreciso, el personaje parece haber recibido la influencia de los mitos de las sirenas europeas, con una mezcla de ideas tomadas de los santorales cristianos y musulmanes y de las creencias hindúes y orientales. Mami Wata es la «madre del agua», especie de diosa protectora, bella y seductora al tiempo que peligrosa, mitad mujer mitad pez, mitad terrestre mitad acuática. En los cultos en su honor, practicados desde el siglo XV, adquiere muy variados nombres como Oxum, Santa Marta la Dominadora, Lasirén o Yemanjá, además de las nuevas formas implantadas en América desde la llegada de los primeros esclavos de la ruta atlántica, pero ya sea bajo la forma de sirena, o de deidad hindú, la compañía de la serpiente le es siempre indisociable.
El escritor y fotógrafo Jordi Esteva relata en su ‘Viaje al país de las almas’ (1999, Ed. Pre-Textos) sus experiencias con diferentes pueblos étnicos de Costa de Marfil: “Addiafi permitió que su discípulo Yéo me acompañara al santuario de la komián Eponom Adjoua Essouman. Tras largas horas de espera, la sacerdotisa cayó en profundo trance y profirió un grito desgarrador y se lanzó al estanque sagrado, poseída por Mami Watta, el espíritu del agua. A través de su oficiante –uno no debe dirigirse nunca directamente a los poseídos– le comuniqué mi propósito de atisbar aquel mundo. Le hice saber que no consideraba que sus creencias fueran supercherías, que se trataba de una sabiduría ancestral y que su olvido resultaría una pérdida para la humanidad, pues con ella desaparecerían el contacto con las fuerzas de la naturaleza y una valiosa farmacopea. Mami Watta se sumergió largos segundos en el agua para emerger de golpe cantando: ‘El hombre que no conoce su camino es como el viento’.”
Jinetes sobre camellos. Cultura Dakakari. Nigeria. XIX-XX. Terracota
Nos encontramos ante una pieza
excepcional de la cultura Dakakari, etnia procedente de Nigeria y datada entre
los siglos XIX y XX. Posiblemente pudiera pertenecer a una urna funeraria de algún
alto dignatario o de algún guerrero. Como podemos observar, la parte inferior
de la pieza tiene forma esférica para alberga en su interior objetos que
perteneciera al fallecido y que pudieran servirle en su viaje al más allá.
VISITA VIRTUAL
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DOCUMENTACIÓN
- Museo de Arte Africano Arellano Alonso
- Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
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