miércoles, 27 de septiembre de 2017

Castillo de Bran. XV. Brasov. Transilvania. Rumanía





Castillo de Bran. XV. Brasov. Transilvania. Rumanía




Cuando Bram Stoker se documentó para escribir su famosa novela ‘Drácula’ en 1897 encontró en la figura de Vlad Tepes el referente histórico ideal para su relato de terror y en el Castillo de Bran, en la vieja e inhóspita Transilvania, el escenario perfecto donde alojar al vampiro por excelencia del cine y la literaura. Desde entonces es oficialmente reconocido como el castillo de Drácula pero la realidad sobre esta construcción es muy distinta y la aleja por completo del mito vampírico.

Situado sobre una roca a 60 metros de altura, el Castillo de Bran se alza sobre el pequeño pueblo que le da nombre, a unos 50 kilómetros de Brasov, en la región de Transilvania, Rumanía. Está situado en la garganta de Bran-Rucar, la antigua ruta comercial y estratégica entre Transilvania y Valaquia. Pese a no destacar por su relevancia histórica o su destreza arquitectónica, el Castillo de Bran es el segundo edificio más visitado de Rumanía con más de medio millón de visitas anuales.

Las primeras referencias lo describen como un antiguo puesto defensivo construido por los caballeros teutónicos en el siglo XIII y reconstruido por Mircea el Viejo, abuelo de Vlad Tepes,  tras derrotar a los turcos en el siglo XIV. En plena expansión de la arquitectura gótica, este monarca  lo convirtió en una fortaleza residencial con estancias, patio de armas, foso, mazmorras, torres de vigilancia y hasta pasadizos subterráneos. Tales reformas la convirtieron en la fortaleza más segura de la frontera entre Transilvania y Valaquia pero ningún dato certifica la presencia de su nieto Vlad III en ningún momento.


                                        


Su altísima torre almenada apenas presenta ventanas y arranca del mismo borde de la peña, de forma que todo intento de ataque estaba condenado al fracaso. La vocación defensiva se repite en el sugerente e inspirador patio interior, cuya fuente esconde un laberinto de pasajes subterráneos.

Su aspecto actual nada tiene que ver con el que presentara en el siglo XV y es el resultado de diferentes reformas y ampliaciones llevadas a cabo a partir de los siglos XIX y XX, momento en que fue reconvertida en residencia de verano de la monarquía rumana.

Para compensar la austeridad del edificio, los lujosos salones, decorados con muebles importados de Europa occidental por la reina María, se comunican por estrechas escaleras de caracol, como las que uno imagina que debe tener un castillo de época.


                                        


Su fama internacional comienza a finales del XIX cuando el novelista irlandés Bram Stoker atraído por los relatos de fantasmas y leyendas centroeuropeas, historias que encandilaban las veladas nocturnas de los círculos literarios del Londres victoriano, publicaba la novela romántica más leída de la historia: Drácula. El relato situaba la morada del vampiro en este enclave y su popularidad se extendió a todo el mundo tras ser llevada al cine por Tod Browing en 1931.

En la actualidad el Castillo de Bran  se ha convertido en la segunda atracción más visitada de Rumanía y un destino obligatorio para amantes de la literatura romántica y el fenómeno vampírico que genera anualmente más de medio millón de visitas.

Como dato curioso, el castillo se puso a la venta tras ser adquirido por dependencias privadas y es la segunda vivienda más cara del mundo con un valor de 140 millones de euros.





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