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Para las culturas isleñas del océano Pacífico, los escualos son
deidades reverenciadas cuya gran fuerza y ferocidad brindan protección contra
todo tipo de males. De entre todas ellas destaca Dakuwaqa, el dios tiburón que
custodia las aguas.
El Pacífico es el mayor océano de
nuestro planeta con una superficie de 15.000 kilómetros que se extiende desde
Colombia al Este hasta Indonesia al Oeste. Está habitado por millones de
especies marinas que habitan sus aguas y contiene cerca de 25.000 islas, 3.000
de ellas habitadas. Por toda su geografía se han desarrollado a lo largo del
tiempo cientos de culturas que fueron poblando estas islas y archipiélagos,
algunas con más de 5000 años de antigüedad.
Coincidiendo con la mayoría de
culturas primitivas, sus antiguos pobladores practicaban religiones animistas y
totemistas, las cuales adoraban a los
animales que compartían su entorno y los representaban en pinturas y esculturas
de la misma manera que lo hicieran los europeos con el toro, África y Asia con el león o la serpiente, o
los primeros americanos con el bisonte o el jaguar. En el caso de las sociedades isleñas del Pacífico,
los tiburones son parte fundamental
de sus creencias y junto con otras especies marinas como delfines, tortugas y
pulpos forman una parte muy importante de su panteón religioso.
Diseñó actual porcedente de Nueva Zelanda con la imagen del dios Dakuwaqa
Los escualos, en particular, tienen una especial presencia entre las culturas del océano Pacífico y su imagen se asocia generalmente con la representación física de un dios poderoso, siendo temido y admirado en la mayoría de estas islas. En la isla de Hawaii, por ejemplo, es llamado Kamohoalii, en Molokai se le conoce como Kauhuhu y en las islas Cook se llama Vatea o Avatea. El más conocido de todos y cuya imagen es aceptada en todas las culturas isleñas de Oceanía es el dios tiburón Dakuwaqa, originario de las Isla Fiyi.
Funeral de Sir Penaia Ganilua
En diciembre de 1993 el Tovuto,
barco del Gobierno de Fiyi, trasladaba los restos de Ratu Sir Penaia Kanatabatu
Ganilau, primer presidente electo de la joven república, ex colonia británica
del Pacífico Sur. El navío era seguido por una gran flotilla funeraria que
partió de la bahía de Suya, la capital del país, en la isla Viti Levu, con
dirección a la isla Taveuni, la tercera en tamaño de aquel país insular, de donde
era originario Ganilau y donde había ejercido también como gran jefe tribal de
la misma.
Al poco tiempo de adentrarse en
mar abierto, decenas de personas fueron testigos de un hecho nada común: de
manera paulatina vieron cómo una multitud de tiburones se unía a la procesión y
escoltaba al Tovuto hasta su destino final. Todos los presentes sabían que
aquello era una señal, recibida con beneplácito y asombro, que confirmaba sus
creencias: con este acto de la naturaleza se reivindicaba al gobernante
fallecido como un auténtico descendiente de Dakuwaqa, el dios tiburón.
Billete de dos dólares fiyianos con la imagen de Penaia Ganilau
Origen y leyenda
La leyenda cuenta que este gran
pez conocía bien la distribución de los bancos de coral que rodeaban la isla de
Taveuni, y por ello podía guiar a las embarcaciones para que estuvieran seguras
y pudieran llegar a salvo a la playa. Pero desgraciadamente se trataba también
de una criatura arrogante y con frecuencia malhumorada, que solía molestar a la
gente y a los animales que ahí vivían, e incluso solía comérselos sin
contemplaciones.
Una diosa con forma de gran
pulpo, el vu de la isla Kadavu,
cansada de aquella actitud, lo retó a una pelea a fin de darle una lección de
humildad. Con objeto de contener a la enorme bestia, usó cuatro de sus tentáculos
para aferrarse a una piedra, y con los otros cuatro abrazó e inmovilizó al
testarudo escualo. Este finalmente se rindió, y el pulpo le hizo prometer que
protegería a los habitantes de Taveuni y, sobre todo, que mejoraría su
temperamento.
Desde entonces, Dakuwaqa vela por
la seguridad de los buzos, pescadores y criaturas marinas que surcan las aguas
de la isla. A cambio, los isleños, antes de hacerse a la mar, le hacen una
ofrenda con kava o yangona, planta aletargante usada en los rituales locales,
para asegurar con este gesto un buen viaje.
Hijos de Dakuwaqa
En las más de 300 islas que
componen en archipiélago de Fiyi se mantiene la creencia de que todos los jefes
tribales son descendientes del dios Dakuwaqa.
A través de rituales como la kava o
la representación de danzas guerreras como el cibi, los habitantes de Viti
Levu, la isla más grande de Fiyi, recuerdan su linaje divino y sus antiguas
tradiciones.
Una de sus representaciones más
comunes suele ser la de un cuerpo humano con el torso de un escualo pero también
puede tratarse de un gran hombre fiyiano musculoso que lleva tatuado un tiburón
en su vientre, e incluso en otra de sus variantes, con una segunda boca dentada
en su espalda.
Se dice que Dakuwaqa es visto con forma humana en el delta del río Dewa, donde
busca con afán carne de tortuga, su plato favorito. A él se le atribuye el
rescate milagroso de personas, cuyas embarcaciones quedan varadas en el mar o
en los arrecifes, y llevarlas sanas y salvas a tierra firme.
Los altos jefes del clan Cakaudrove, en Vanua Levu, también se
consideran descendientes suyos y tallan tótems con forma de tiburón al que
atribuyen poderes predictivos.
Otras culturas de Pacífico
La atribución de poderes
sobrenaturales a este fiero animal es compartida por muchos pueblos indígenas de
Oceanía, por ello los mitos que hacen referencia a un gran dios tiburón se
conocen en muchas otras islas del Pacifico Sur.
En las islas Hawaii, los
tiburones también adoptan forma humana y son reverenciados; no obstante, se los
teme. Allí, los hawaianos invocan a Kauhuhu,
el dios tiburón, que habita en unas cuevas submarinas en las costas de la isla
de Molokái. Es conocido como devorador de humanos y sus hijos también pueden
transformarse en hombres cuando se encuentran en tierra firme. Sin embargo, su
metamorfosis no es completa, ya que estos antropomorfos tienen su boca de
tiburón en la espalda, que intentan cubrir con una manta.
Otro es Kamohoalii, mencionado por Philippe Cousteau –hijo del célebre
explorador francés- en su libro ‘The Shark’ como el rey tiburón de las islas de
Hawaii, del cual se afirma que fue quien guio a sus primeros habitantes hasta
las islas.
Otra leyenda se refiere a una
joven de Kau, en la isla de Hawaii,
que quedó embarazada y dio a luz a un tiburón después de soñar que un joven
apuesto proveniente del mar la visitaba por las noches. El animal creció en el
mar hasta convertirse en un gran escualo de color verde que se dedicó a guardar
a los lugareños de aquella costa contra el ataque de otros tiburones. Desde
entonces fue considerado un aurnakua o
dios familiar.
Encuentros con Occidente
Desde que llegaran a las islas los
primeros europeos en el siglo XVII, los colonizadores, llamados kaibelaguis –gente de lejos- por los
nativos, creyeron también en la existencia física de Dakuwaqa y lo describían como una especie de tiburón de
proporciones monstruosas, al que muchos aseguraban haber visto.
Se tiene documentado que en 1909
un capitán dio la noticia del avistamiento de un tiburón de doce metros de
largo, que atacó y hundió su barco guardacostas. La tripulación isleña dijo que
aquella criatura era nada menos que Dakuwaqa,
quien se había enfurecido al no ser alimentado con kava.
Otro encuentro, más amable esta
vez, se narra en el libro The Pacific
Irishman, del prior anglicano William Floyd, quien escribía en 1970 que
“…Cuando llegué a Fiji el famoso pez-dios, Dakuwaqa,
era muy real.” Hasta el punto de mencionar varios encuentros con el gran pez. Igualmente,
Jeff VanderMeer en su obra “The Third
Bear” de 2010 alude también al dios tiburón en una de sus historias.
Como vemos, Dakuwaqa es implacable con aquellos que no le muestran respeto pero
según los isleños también salva a sus fieles de situaciones peligrosas cuando
el mar está embravecido.
Aunque la histeria colectiva
alentada por la literatura, el cine y los medios de comunicación ha hecho del
tiburón una criatura a temer, pero lo cierto es que los ataques a bañistas por
parte de estos peces son muy escasos, y ocasionan menos muertes humanas que
otros animales, como los hipopótamos, cocodrilos, e incluso los perros o los
ciervos.
A diferencia de los turistas
occidentales y surfistas que visitan las playas del mundo, los isleños del
Pacífico agradecen la presencia y fuerza de este gran pez, al que profesan un
profundo respeto y con el que se sienten protegidos.
¡Bula!
BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN:
- Whonsbon-Aston, C.W., Pacific Irishman, The: William Floyd, 1970
- Van der Meer, Jeff. Third Bear, The. 2010
- Muy Interesante (Extra Revista)
- Tiburonpedia (Web)
BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN:
- Whonsbon-Aston, C.W., Pacific Irishman, The: William Floyd, 1970
- Van der Meer, Jeff. Third Bear, The. 2010
- Muy Interesante (Extra Revista)
- Tiburonpedia (Web)
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