domingo, 22 de noviembre de 2015

Relatos | Un viaje en diligencia hacia paisajes imposibles (Eugénio Trías, Lo bello y lo siniestro)



UN VIAJE EN DILIGENCIA HACIA PAISAJES IMPOSIBLES




Lluvia, vapor y velocidad. William Turner. 1844. National Gallery.
Londres. Inglaterra



 A principios del siglo pasado, cierta tarde, una distinguida dama de mediana edad atravesaba en diligencia una zona especialmente boscosa e inhabitada de Gran Bretaña. Tras la cortina de la ventanilla podía verse un cielo sobrecargado de nubes amenazadoras. Frente a ella, un vejete estrafalario, vestido como un pordiosero, mal afeitado, no perdía ocasión en examinar los leves cambios de luz y atmósfera del paisaje. De pronto sucedió lo que se presentía y temía, un aguacero, un chaparrón, truenos, relámpagos, al tiempo que la luz se oscurecía y la diligencia zarandeaba a sus huéspedes, que se cuidaron de ajustar las ventanillas y las cortinas para no sufrir las intemperancias del viento huracanado y de la lluvia. Y he aquí que el viejo huésped que compartía con la dama distinguida, frente a frente, el mismo camarote, pidiendo disculpas por adelantado, levantose, abrió su ventanilla, sacó la cabeza, el cuello y medio tronco a la intemperie, permaneciendo estático y rígido en esa difícil posición, medio cuerpo fuera, desafiando el balanceo del vehículo y las inclemencias del temporal. Con estupor apenas disimulado, la vieja no alcanzaba a comprender qué hiciera el buen viejo medio loco tanto tiempo en esa extraña posición. Una hora aproximadamente estuvo el viejo en ésas hasta que salió de su pasmada contemplación y, chorreando por todas partes, volvió a tomar asiento, excusándose de nuevo por tan inaudito proceder. Al fin la tímida mujer se decidió a preguntarle qué era lo que tan afanosamente buscaba o simplemente miraba. Y el viejo le contestó que «había visto cosas maravillosas y nunca vistas». Picada de la curiosidad la dama entreabrió la ventanilla, asomó la cabeza, hasta que, perdiendo toda resistencia, se asomó con generosidad. El viejo le había sugerido: «debe, eso sí, mantener muy abiertos los ojos». Repitió la hazaña del viejo estrafalario y a fe que fueron paisajes imposibles los que se cruzaron por sus ojos bien abiertos.

 Años después la misma dama, que residía habitualmente en Londres y poseía amistades aficionadas a la pintura, decidió complacer su propia curiosidad ante una exposición de un pintor discutidísimo y tenido por estrafalario, llamado Turner, quien, al decir de sus adversarios, pintaba lo que ningún ojo humano había visto (ni el suyo propio, por supuesto). Mientras merodeaba por la exposición y antes de reparar en los lienzos, de los que se le cruzaban ciertas manchas amarillas y verdosas, se entretuvo en oír los comentarios de entendidos que aseguraban no existir en ningún lugar del planeta Tierra imágenes como las que ese loco pintor de lo fantástico pretendía hacer valer. Eran tan desaprobadoras las opiniones, daban lugar esos cuadros, a lo que podía ver, a tales señales de burla, de desprecio o de franca irrisión, que nuestra dama, movida acaso por la piedad, decidió al fin detenerse a contemplar una de las composiciones, la que más cerca de ella estaba. Y he aquí que, con sorpresa imposible de disimular, vio justamente aquello mismo que había visto años atrás a través de la ventanilla de la diligencia. Entonces comprendió quién era ese viejo loco y pordiosero que había tenido delante suyo. Y presa de voluntad restitutiva empezó a gritar, congregando en torno suyo a todo el público de la exposición: «¡Pero si yo lo vi, vi todo esto con mis propios ojos!».


__________________________________________


¿Será preciso recordar que todavía a mediados del siglo XVIII lamentaba un viajero «condenado» a atravesar la cordillera alpina por razones de negocio «esas formas caóticas carentes de gracia y de belleza, ese compendio de horrores y fealdades que son los Alpes con sus repugnantes extensiones nevadas, malformaciones irregulares y glaciares»? Por supuesto, el viajero cerraba la ventanilla y la cortina para no ver tales espantos.

Bastarán estas anécdotas para mostrar el cambio que se opera en la piel sensible del hombre occidental en el crepúsculo del siglo XVIII. La reflexión kantiana sobre el sentimiento de lo sublime será, en este sentido, la más sólida sustentación del nuevo sentimiento de la naturaleza y del paisaje que se produce en ese siglo de las luces enamorado secretamente de las sombras.




Extracto de libro de Eugénio Trías, "Lo bello y lo siniestro", Editorial Ariel, 1982




DOCUMENTOS RELACIONADOS:







21 comentarios :

Anónimo dijo...

buenas tardes,me llamo diego y me encanto mucho la lectura

Anónimo dijo...

Buenas tardes, me llamo Melo y jordi wild es mi novio, que por cierto le pareció horrible el artículo, fuera de la realidad.

Anónimo dijo...

Disculpe pero su comentario es muy repulsivo,le pido por favor que tenga mas respeto

Anónimo dijo...

No gracias ya comi

Anónimo dijo...

Disculpenme, soy Melo, mi hermano cogió el pc

Leidy dijo...

Perdon pero no tienen trabajo por entregar?

Anónimo dijo...

Ya lo entregue profe y diego me quito la plata del descanso

Anónimo dijo...

Que pena estar difamándome no? y muy graciositos después...

Anónimo dijo...

cierro hilo muchachos

Anónimo dijo...

Cierro la raya del pene

Anónimo dijo...

*Borrar*

Anónimo dijo...

muchachos,la verdad que pena con ustedes, por favor cojan oficio y no estén molestando a la gente.

Jordi Wild ✓ dijo...

Hola, alguien me mencionó? Pido respeto hacia mi persona, por favor

Anónimo dijo...

No puedo soy admin

Carlos Morcillo dijo...

Muchachos, me hacen el favor y abran el socrative.

Anónimo dijo...

Me gusta la gente color llanta

Anónimo dijo...

Una disculpa al autor de este articulo.
es una lectura muy interesante y que cojan de recocha este sitio me deja mucho que decir de estos personajes irrespetuosos

Dross dijo...

Concuerdo

Dalas dijo...

Denle a mi nombre

Dalas Review dijo...

Jordi, siempre siendo una malísima persona,no ves que los chavales quieren disfrutar de sus bromitas? Me da asco tu actitud. Eres muy poco pambisito. MINI

Te amo Ruales dijo...

soyReyes y soy extremadamente gay